jueves, 30 de enero de 2014

Si no existe Dios, que suba Bach y lo vea

En recuerdo de Daroca, verano del 98



Se tiene la idea de que Johann Sebastian Bach fue un hombre profundamente religioso, y que escribió su música en honor del Creador. Probablemente fue verdad lo primero, como todo ciudadano de la Alemania de su tiempo, donde la vida diaria era marcada por la doctrina luterana, calvinista o pietista, según la zona y los vaivenes de las corrientes en boga en cada momento. El hombre, como lacayo que fue de los señores e instituciones para los que trabajó, tuvo que adaptarse a lo que se le encomendaba, pero lo que de verdad le importaba era la Música, y gracias a esos encargos ésta encarnaba a Dios como ninguna otra: nunca antes ni después tanto talento fue puesto al servicio de la religión, y entonces se produjo el milagro: con su música Dios se hizo audible hasta para los más escépticos. Bach subió a por Él y lo bajó a la Tierra.

domingo, 26 de enero de 2014

Vacilando, que es gerundio


Ya sé que no suena muy grandioso un reportaje en un periódico local sobre mis clases de Economía en Bachillerato, pero qué quieren que les diga, en los tiempos que corren a uno le hace ilusión que sus alumnos le aprecien y digan que aprenden algo y hasta que les gusta la asignatura. O a lo mejor es todo peloteo, pero yo por si acaso me lo creo...

sábado, 25 de enero de 2014

Sebastian el andarín



No exageramos al decir que el joven J.S. Bach recorrió en su adolescencia y juventud miles de kilómetros a pie en pos de su mayor e único sueño: la Música. Mientras que compañeros de precocidad como Händel, Mozart o Mendelssohn asombraron al mundo antes de cumplir los veinte años con obras de una madurez increíble, Bach se dedicaba a copiar obras de otros a la luz de una vela. Como dice su biógrafo Klaus Eidam, "A otros les desbordaban las ideas, a Bach sus ansias de saber".

Hubo un instrumento que llamó poderosamente la atención del joven Bach muy por encina del resto: el órgano, una maravilla de la técnica incluso para los cánones actuales. Ya en 1695, huérfano de padre y madre, se fue a vivir con su hermano mayor Johann Christoph, organista en Ohrdruf, y quedó fascinado por las posibilidades del instrumento, aunque tenía rigurosamente vedado el acceso a él. En años posteriores fue alternando sus múltiples cambios de residencia con viajes para visitar a los maestros del órgano, tanto constructores como intérpretes, y ello siempre a pie, dada su falta de medios. Es famosa la visita que hizo al maestro Dietrech Buxtehude desde Arnstadt hasta Lübeck, en una caminata de casi cuatrocientos kilómetros sólo de ida. Allí pasó unos meses con el gran organista y quiso ser su sucesor, pero el precio a pagar era la mano de su hija, y al igual que hizo Händel dos años antes declinó la oferta (por desgracia, no se ha conservado ningún retrato de la dama). Con nuestras nuevas tecnologías, no cuesta mucho soñar con lo que Bach escuchó en aquellos meses pasados con el anciano maestro, aunque no podamos sentir tan fácilmente los olores, las visiones y los sentimientos de aquella época tan distinta, de aquellos músicos singulares.



miércoles, 22 de enero de 2014

La eternidad de una semana


Por una sonrisa, un triunfo.
Cada mañana vences a la muerte
y en tu rostro renace la alegría
de los primeros tiempos.
Un día volverá el dolor, no tengas duda,
¿pero quién se preocupa del futuro?
Anoche mismo sufrías entre sueños
y al despertar volvió la luz a tu mirada,
aun sin abrir los ojos.
La vida es eso; morir, morimos todos,
y no tiene importancia
más allá de una pequeña estrella
que se apaga, y a lo mejor renace,
o no, está tan lejos y tan fría...

Pareces un pequeño duende
y te brillan los ojos al hablar,
y te pones a la altura de los niños,
y te enfadas por las mismas tonterías,
y ríes, sobre todo ríes,
porque la risa es un pedazo de felicidad
con el que nos desayunamos cada amanecer
desde hace una semana,
la eternidad de una semana.

domingo, 19 de enero de 2014

Dos Obras, una Guerra




Qué diferente es la visión de una misma tragedia, la Gran Guerra, por dos combatientes del mismo bando que plasmaron sus vivencias en sendas obras maestras: Erich Maria Remarque en Sin novedad en el frente y Ernst Jünger en Tempestades de acero. Jünger es un Homero desprovisto de épica, y nos presenta cuerpos mutilados y salpicaduras de masa encefálica como atributos del héroe superviviente, ése que se sacrificó por la patria y nunca dio como perdida una guerra que los despachos de Versalles hicieron humillante para toda una generación de alemanes. Remarque, por el contrario, pertenece a una estirpe menos primitiva: la de los que fueron conscientes de todo el horror de las carnicerías de la trincheras, nunca antes, pero sí durante y, más raramente, después de la bacanal de sangre. Su testimonio es profundamente humano, frente a la frialdad imperial y filosófica de Jünger. Él escribió un libro hecho de carne, sangre y huesos, con episodios tan conmovedores como el espantoso alarido de los caballos moribundos en el campo de batalla, que toda la compañía trataba de evitar tapándose los oídos en espera de los soldados y camilleros ocupados en atender a los seres humanos y que no tenían tiempo de darles el tan ansiado tiro de gracia. “La mayor vileza de todo esto es que los animales tengan que hacer la guerra”, dice uno de los camaradas, hombre de campo. O el despiadado ataque con gas de los Tommies y el uso de esas máscaras ultraterrenas en medio de tumbas y ataúdes que servían de parapeto contra la metralla. Remarque es hermano de Wilfred Owen, poeta del bando contrario, pero sus voces quedaron amortiguadas durante mucho tiempo por el clamor de cientos de miles de Jüngers para los que la épica tapó el drama. Luego muchos se convirtieron en nazis, y los que no lo hicieron acabaron atrapados por una trampa diabólica, de la que escaparon muy pocos alemanes, uno de ellos Raimund Pretzel, que bajo el musical seudónimo de Sebastian Haffner escribió Geschichte eines Deutschen y escapó a París en 1933, justo a tiempo para luchar por el bando que le dictaba la lógica, y no la nación. Los Jüngers se hundieron con el Tercer Reich, pero su voz terrible aún resuena extrañamente hermosa.

viernes, 17 de enero de 2014

Freedom for Alájar


Es curioso o, más bien, lamentable observar cómo muchos reivindican la democracia cuando les conviene y actúan como dictadores la mayor parte del tiempo. Se les llena la boca de derechos, de reivindicaciones legítimas, cuando en el fondo -y, si se rasca un poco, en la superficie-, no quieren sino hacer su santa voluntad. Y, no por obvio, conviene dejar de olvidar que es imposible que todos hagan valer sus deseos, y hasta en la democracia más perfecta es necesario llegar a una solución de compromiso; de hecho, la bondad de una democracia consiste en la habilidad para llegar a dicha solución de compromiso de modo que todos asuman un pequeño sacrificio en favor del bien común. Además, resulta imprescindible cumplir unas reglas de juego que se llaman leyes, y eso supone, pese a quien pese, la existencia de un poder central que se encarga de promulgarlas y velar por su cumplimiento. A quien no le gusta el juego le queda aguantarse o atenerse a las consecuencias de una desobediencia, en términos de dinero o pena de cárcel.

Todos se reirían si el pequeño pueblo de Alájar, de apenas 800 habitantes, quisiera declarar su independencia, primero de la provincia de Huelva, después de Andalucía y, finalmente, en un golpe maestro constituirse en república independiente para luego tratar de negociar por separado con la Unión Europea, siguiendo el anhelo histórico de esta localidad serrana. Cámbiese Alájar por Cataluña y tendremos una visión bastante clara de las pretensiones de una parte de los catalanes.

P.S. Para quien argumente que Alájar no tiene identidad nacional ni lengua propia, que piense en una aldea astur último reducto del bable, o en mí mismo, que estoy hasta los cojones de los políticos de mi país, tengo una personalidad muy marcada y me gustaría ser un ente autónomo satélite intrapeninsular, pero no me dejan.

martes, 14 de enero de 2014

El arte de improvisar


La música mal llamada "clásica" se somete hoy en día al corsé de la partitura que, si bien garantiza la fidelidad a la obra del compositor, resta importancia y, sobre todo, creatividad, al intérprete; por eso precisamente muchos prefieren el jazz. Pero eso no ha sido siempre sido así, y los grandes genios como Bach, Mozart y muchos otros han tenido también un talento excepcional para la improvisación, según cuentan los testimonios de la época. Hoy, en la música seria esto no se valora, lo que en mi opinión no sirve sino para enmascarar la mediocridad imperante, que empieza por los conservatorios y desanima a los más creativos. Alguna excepción sí que hay, y si no escuchen a la gran pianista venezolana Gabriela Montero, de formación irreprochablemente clásica, explotando su inigualable talento en estas improvisaciones sobre la melodía de "Cumpleaños feliz".

martes, 7 de enero de 2014

Escenas y cabalgata en Linares de la Sierra


Una vez más nos hemos acercado al precioso pueblo de Linares, a una legua escasa de Alájar, en la noche mágica de la víspera de Reyes para admirar sus escenas, que este año han sido tan bonitas que me resisto a publicar la entrada, no sea que se corra demasiado la voz y se masifique. El pueblo se vuelca en sus escenas, y consiguen una recreación inimaginable, a lo que contribuye el uso de sus viejos corrales, albercas, cuadras y estancias, que yo diría que podrían pasar perfectamente por lo que había en Belén hace dos mil años, y es que en algunos pueblos de la sierra parece que se ha detenido el tiempo, sobre todo en Linares, donde ni siquiera cambian (a diferencia, ¡ay! de Alájar) el empedrado antiguo, con el verdín y la hierba asomando entre las piedras. Las fotos no hacen justicia a la belleza de la representación, pero aquí van algunas.





Y después de las escenas, salieron Sus Majestades en sus flamantes monturas:


Una noche inolvidable, y que no sea la última. El único incidente fue que Miguel se llevó dos caramelazos de Baltasar, que, con perdón, tenía trazas de gorila, uno en la cabeza y el segundo, que le remató, en el ojo. Como estaba solo el pobre una mujer del pueblo le atendió en su casa y se nos perdió un rato. Hoy ha ido al cole con el ojo a la virulé, pero parece que no le guarda rencor.

He aquí el espécimen autor de la agresión (es el de arriba):


Fotos© Mi cuñao

viernes, 3 de enero de 2014

El primer libro del año



Todo un descubrimiento en mis incursiones por esos mares electrónicos infestados de piratas: La felicidad de los pececillos, del escritor y sinólogo belga residente en Australia Simon Leys. Hacía tiempo que no me topaba con reflexiones tan penetrantes, tan ingeniosas, tan inteligentes, tan…. maravillosamente inútiles. Algunas perlas:
Ningún escritor dispone de un poder verbal capaz de rivalizar con la imaginación de sus lectores; así, todo su arte consiste en tocar esa tecla.
O esta frase de Unamuno, que supone un guiño al título del libro, que no obstante está traído de la literatura china:
El hombre, por ser hombre, por tener conciencia, es ya, respecto al burro o al cangrejo, un animal enfermo. La conciencia es una enfermedad.
Así, como quien no quiere la cosa, introduce en sus reflexiones sentencias demoledoras:
La irresponsabilidad –que es otro nombre de la felicidad- constituye un privilegio denegado a la gente trabajadora y concienzuda, pobres diablos sobre cuyos hombros descansa la marcha más o menos positiva de este bajo mundo.
También habla, y mucho, del enorme drama del verdadero escritor, como el poeta chino del siglo IX Jia Dao:
¡Tres años para escribir dos versos! Los canto para mí mismo y lloro…
O esta reflexión del gran Cyril Connolly:
La recompensa del arte no es ni la gloria, ni el éxito, sino la intoxicación.
Como no deja títere con cabeza, se enseña, a fe que merecidamente, con el mundo académico:
Un investigador universitario es un individuo que sabe cada vez más de un asunto siempre menor, de suerte que termina por saber todo de nada.
En un momento dado, se dedica a desnudar la obvia pero a la vez oculta estupidez de los afanes a que nos entregamos en la sociedad actual:
Hoy en día, por una irónica paradoja, el lumpenproletariat está condenado al ocio forzado de un desempleo crónico y degradante, mientras que los miembros de la élite educada, cuyas profesiones liberales han sido transformadas en máquinas dementes de hacer dinero, se condenan a sí mismas a la esclavitud de un trabajo abrumador que no cesa ni de día ni de noche, sin tregua, hasta que revientan en la tarea, como acémilas aplastadas por su propia carga.
La última reflexión, referida a la muerte y el paso del tiempo, es grandiosa:
¿Es posible imaginar a un pez que se asombre de que el agua moje? Es que nuestra verdadera patria es la eternidad; nosotros no somos más que visitantes de paso en el tiempo.

En resumen, que me fascinan los libros que me hacen pensar, aunque no conduzcan a nada. Este Leys, que en realidad se llama Pierre Ryckmans, me ha parecido un genio, sobre todo por ser sabio.

jueves, 2 de enero de 2014

Feliz No Navidad




No sé por qué, pero para mí estas fiestas cada vez tienen menos sentido: ni me creo que llegara ningún salvador, ni veo ese pretendido espíritu navideño por ningún lado, sino más bien un espíritu consumista, ni entiendo que haya que celebrar algo tan arbitrario como la llegada de un nuevo año, hecho meramente periódico y que depende de los astros… Lo único que de verdad tiene sentido son Sus Majestades los Reyes Magos que llegarán dentro de poco a mi casa para hacer las delicias de mis cuatro hijos, que al igual que yo creen firmemente en su existencia, no hay más que verlos subidos en sus burros la noche del día 5 en Linares de la Sierra corriendo por todo el pueblo lanzando los caramelos que colman sus alforjas de esparto. ¡Eso son unos Reyes en condiciones, y no los arrastrados por tractores!

Pero como de lo que se trata, a pesar de lo que quieren vendernos, es de ser felices, quiero desear desde aquí a todos los que aún me leen la mayor felicidad para todos los días de su vida. ¡Feliz No Navidad!