martes, 23 de octubre de 2012

De panes y no tan panes


Proliferan desde hace años por los supermercados, gasolineras, tiendas y colmados de nuestra península unos productos indignos a los que injustamente se les llama pan, y que están echando por tierra el prestigio de que ha gozado el alimento más noble que ha dado la tierra, presente desde tiempos bíblicos. Me refiero, cómo no, a esas "andaluzas", baguettes, panes supuestamente "de pueblo" o "de horno de leña", que no han visto más horno que la especie de microondas del tamaño de un frigorífico donde el dueño del establecimiento introduce cada poco tiempo una bandeja repleta de masa precongelada, insípida, chiclosa, mezcla de los ingredientes más antinaturales, sopa de emulgentes y conservantes, que al poco tiempo y al toque de un "ding" se convierte en bateas de pan humeante y apetitoso. Apetitoso sólo en apariencia, claro está, pues se trata de un pan sin sustancia, sin miga: hágase la prueba de mezclarlo con agua una vez duro para echarlo de comer a las palomas y se verá en lo que queda. Si ese "pan" se consume en caliente está crujiente y entra bien, cómo no, pero en cuanto se enfría pasa a ser un engendro, un chicle de harina de mala calidad que no hay quien coma, y cuya baratura resulta engañosa, pues además de la poca sustancia resulta indigno llamar pan a ese alimento. Pan es la hogaza de un kilogramo que compro en Alájar, que dura días y días, y cuya miga tiene "miga", como toda la vida de Dios, o también los bollos y otras piezas de panadería que compro aún en Sevilla -todavía llegan a algunas tiendas-. En mi casa estamos acostumbrados a eso, y lo notamos en el paladar si probamos ese otro "pan" que por desgracia se está imponiendo y que nos acecha por todos lados. Basta hacer una prueba: prueben a buscar pan auténtico en Carrefour, o en Mercadona, o en Hipercor. Por muy apetitosas que parezcan las piezas, lean los ingredientes: basura precongelada, probablemente nociva. ¡Como un día pase factura lo que nos metemos en el body...!

4 comentarios:

gatoflauta dijo...

Copio a continuación enlace a una entrada del blog "El comidista", que se publica en El País, y donde se ocupan de este tema. La entrada generó polémica, y posteriormente salió alguna otra con el mismo tema; tecleando "el comidista pan" podrás verlas. Como comprobarás, coincide contigo en lo difícil que es comer pan de verdad.
blogs.elpais.com/el-comidista/2012/03/el-gran-timo-de-las-boutiques-del-pan.html

Dyhego dijo...

Mosieur Ridao:
Y no más se pone duro (el pan) no sirve ni para hacer torrijas, porque se pulveriza como el tío ese malo de la película de Indiana Jones cuando se pone a beber agua en el cáliz que no era el auténtico.
Y en cuanto al "pan de pueblo", mucho me temo que es un engañabobos. Nosotros vamos a menudo a Alcalá del Júcar y el "pan de pueblo" de allí está horrible: ni se puede comer, ni se puede abrir,ni se puede partir ni nada de nada.
Como no lo haga un particular en un horno moruno... despídete.
Salu2 paneros.

Juan Carlos Téllez Gracia dijo...

Estimado Ridao:

Con esto del asunto del papeo
ahora ya comprendo porqué somos tan feos.

Salud, y una buena hogaza como Dios manda.

José Miguel Ridao dijo...

Gracias por el artículo, gatoflauta. Es ilustrativo de la gilipollez a la que llega el género humano a la hora de comprar pseudoalimentos.

Dyhego: ¿y qué me dices de las "barras gallegas? Yo he estado en Galicia y nada que ver. Se inventan un nombre regional, le añaden el adjetivo "de leña" o "de pueblo" y a vender basura...

Eso es, Clochard, yo aún las compro, y es el pan que como cada fin de semana.

Abrazos empanecidos.