miércoles, 29 de febrero de 2012

Y dale con el gasto público


Cuando salgamos de esta malhadada crisis, que saldremos, será gracias a un tirón de la demanda agregada, que se traducirá en el esperado aumento de la producción y, consecuentemente, del empleo. Uno de los conceptos en que hago más hincapié al enseñar Economía a mis alumnos es esta magnitud macroeconómica, cuyo desglose debería ser de dominio público, tanto como las tablas de multiplicar; a saber: consumo, inversión, gasto público y exportaciones netas. En una situación como la actual resulta difícil atacar la fórmula anterior desde ningún flanco: difícilmente se puede aumentar el consumo si el desempleo crece constantemente y los exiguos fondos de que disponen las familias apenas sirven para sobrevivir, mientras que se tratará de ahorrar en la medida de lo posible en previsión de tiempos peores. En cuanto a la inversión, los pocos emprendedores de que disponemos en el país se ven desanimados ante el riesgo creciente de que su negocio no prospere, y eso sin contar la poca o nula predisposición de los bancos a concederles crédito, preocupados como están de tapar sus propias vías de agua. De las exportaciones netas mejor nos olvidamos: España tiene históricamente un déficit en la balanza comercial, y el buen comportamiento del turismo el ejercicio anterior puede no ser más que un espejismo debido a la inseguridad en los destinos alternativos. Nos queda, pues, el gasto público, y ahí está el debate político actual. Una política fiscal expansiva de manual consiste en expandir esta variable para empujar la demanda. No olvidemos que esto fue precisamente lo que hizo el gobierno de Zapatero con medidas como el famoso plan E en enero de 2009, con una crisis recién estrenada. Aún recuerdo con estupor el frenesí de obras en muchos ayuntamientos que se dedicaron a cambiar rotondas de sitio y abrir zanjas para después taparlas, siguiendo las "enseñanzas" de Keynes. Así nos fue: la genial medida de política económica creó empleo a corto plazo que en ningún caso se consolidó, y dejó las arcas públicas con telarañas; y ya se sabe, de aquellos polvos... A día de hoy el fantasma de la crisis tiene abierto un nuevo frente, que no es otro que la deuda pública y, sobre todo, el déficit público que aumenta año tras año y nos obliga a emitir bonos en condiciones nada favorables para financiarlo. No estamos solos: tenemos a Portugal, Irlanda, Italia... ¡Grecia! Ahora vendría el refrán de las barbas del vecino. ¿Cuál es la prioridad, entonces, el empleo o el déficit? El paro es una sangría con tintes de tragedia, pero si se enciende la luz roja de la deuda impagable, la economía puede pegar un batacazo antológico, llevándose consigo el poco empleo que quede. El fantasma del corralito argentino está ahí, con su sábana blanca, y aún hay quien habla de utilizar el gasto público como motor, con la que está cayendo; Krugman, sin ir más lejos. Qué pena de ciencia, tomada por premios Nobel que sientan cátedra en un mundo azotado por la crisis. Y lo malo es que los experimentos hay que hacerlos con gaseosa. No parece que sea tiempo de experimentos, sino de medidas serias y firmes, donde todos los partidos políticos hagan piña. Será el mercado quien nos empuje fuera del hoyo, pero tampoco está de más dar un ayudita a este señor tan caprichoso, a ser posible tendiéndole la mano, no pisando su cabeza.

4 comentarios:

Dyhego dijo...

Monsieur Ridao:
Creo que la clave está en algo tan etéreo como la confianza. En cuanto haya confianza, el dinero empezará a correr como la falsa monea, que de mano en mano va y ninguno se la queaaaaaaaaaaaaaa.

En cuanto a la nube cibernética, da miedo. Como empiecen a caernos datos del cielo, va a ser peor que la lluvia ácida.

Los que desprecian a los demás suelen ser unos hijoputas de la gradísimaputa.

Tengo previsto leerme su nuevo libro, el del borreguito de Norit. Ya me leí ése de las diez lecciones de economía a(sí, es cierto, no miento, lo aseguro).

Como no he podido comentarle anteriormente, lo hago todo en uno, que me gusta a mi dejar tonterías en su blog, más que nada para incordiar, jejejeje.

Saludos concordiales.

Er Tato dijo...

Pues sí, el eterno dilema -bueno, realmente es de hace unas décadas-, sobre si el gasto público, uno de esos factores de la
ecuación, debe empujar o no la demanda agregada. Algunos decís que sí, y otros decimos que no.

El gasto público debería ser el necesario para atender a un Estado de Bienestar racional y ajustado, pero no usarse para jugar a las casitas con la economía. No sé de dónde sacáis los keynesianos -que sí, que me quedo con el premio...-, que una parte del dinero pagado por los ciudadanos puede ser empleado por el Estado para generar demanda artificialmente de forma más eficiente que los propios ciudadanos, obviando además los deseos de éstos.

Como bien dices, el incremento de la demanda agregada puede proceder del consumo, la inversión, el gasto público o las exportaciones netas. Dejando al margen el gasto público necesario, si el Estado quita dinero a los ciudadanos para emplearlo en aumentar la demanda, ésta se reducirá en la misma medida -o incluso más, dependiendo de los cambios que se producirían en las propensiones marginales al consumo o al ahorro, la falta de neutralidad de los impuestos, la calidad de las inversines públicas, etc...-, debido a la reducción del consumo+inversión -obviemos el sector exterior para simplificar, pues no afecta al análisis-, pero además nada garantiza que el Estado vaya a gastarlo de manera más eficiente que los ciudadanos. Es más, lo que ocurre es normalmente lo contrario, a pesar de la falaz y manoseada teoría del multiplicador del gasto público, y bla, bla, bla. Y si para salvar estos inconvenientes a corto plazo, el aumento del gasto público se hace con endeudamiento dándole a la maquinita del dinero, apaga y vámonos.

En cuanto a Krugman, resulta curioso que, en general, se ondee la bandera de cualquier premio Nobel para acreditar la opinión del premiado precisamente en un área de especialización que no coincide con los estudios por los que le otorgaron el premio. Por cierto, Krugman dice en el artículo que enlazas cosas muy curiosas, como que ahora estamos viendo los resultados de las políticas de austeridad en forma de recesión. Y uno se pregunta, con un déficit público de más del 8% del PIB en 2011, ¿qué políticas de austeridad? Manda huevos...

Un abrazo liberal, pero no libertino

RIDAO BACALAO dijo...

Te va a gustar, Bacalao.
"Mi mujer es keynesiana, siempre recurre al gasto para salir de las depresiones".

Leído aquí:
http://corinadavalos.blogspot.com/2012/02/la-distribucion-de-mis-recursos-escasos.html

José Miguel Ridao dijo...

Dyhego: gracias por tantos comentarios. Confianza, confianza, lo que se dice confianza, no es que tenga yo mucha. No confío en mí, así que imagínate el resto de la peña...

Tato: no se trata de crear demanda artificialmente por gusto, sino como sustitución, una especie de motor de arranque amparado en el efecto multiplicador, que a veces funciona aunque sea un poco. Lo malo es que se hacen las cosas con el culo. Un gasto público bien aplicado, no sólo para regular la economía, sino también para intervenir en casos muy concretos, es saludable, pero hay que saber hacerlo, si no es peor el remedio. En cuanto a Krugman, creo que se refiere a la economía norteamericana, pero vamos, que un mojón pa él.

Pues allí voy, bacalaero, que el título promete.

Abrazos unkeynesianocomodiosmandaeros.