lunes, 2 de enero de 2012

Un pensador admirable

La reforma universitaria (y como ésta la de la enseñanza en general) está en las Universidades, no en el Parlamento; y lo que hace falta no son legisladores, sino hombres de acción y de sentido común que empuñen los zorros y sacudan el polvo a todos los organismos e instituciones.
Ángel Ganivet. Cartas finlandesas (1896)

Eso mismo, eso mismo es lo que yo siempre he dicho: si nos dejaran libertad a los docentes, si nos desataran las manos, si nos desembarazaran de estas normas estúpidas ideadas por esos terroristas de la educación llamados pedagogos, otro gallo cantaría. Una legislación mínima, un marco de actuación, un cierto y lógico control, y el resto fiarlo al buen sentido de los profesionales, que lo tienen, no lo dude nadie.

La obra de Ganivet es sorprendentemente moderna, y nos descubre a un hombre de una lucidez asombrosa, que nos daría hoy lecciones de liberalidad y buen sentido. Por si fuera poco, hace gala de un fino sentido del humor, una inteligencia notable y un agudo poder de observación. A diferencia de otros grandes escritores, a los que se ve lejanos e inaccesibles en su grandeza, a Ganivet apetece sentarlo a nuestra mesa para charlar con él de lo divino y de lo humano, y para empaparnos de humanidad. ¡Y pensar que un hombre así se tiró a un río helado con treinta y tres años! ¿Por qué será que un exceso de inteligencia acaba por destruir a un hombre?

No hay comentarios: