jueves, 6 de octubre de 2011

Reflexiones sobre la muerte de un mito



Cuando muere alguien como Steve Jobs uno no puede dejar de preguntarse lo absurda que es la muerte, como también lo es la vida. Y no porque se trate de alguien especialmente famoso, o una mente privilegiada, que sin duda lo fue, sino porque quizá nadie luchó más que él por hacer nuestra existencia más sencilla, ideando artilugios, sistemas, programas que nos permitieron trabajar cómodamente sentados en una mesa, en un entorno agradable pero frío, tremendamente frío, como frío es también el modelo de vida en que nos hemos embarcado.

Jobs no volverá a la tierra desde la misma tierra, porque se ha despegado de ella, igual que nosotros, que nos agarramos a un mundo virtual detrás del cuál sólo hay vacío, o si se quiere una ilusión óptica, una recreación virtual de la tierra que ha habitado el hombre durante milenios. Allí abajo, en lo húmedo, no hay innovaciones, sólo silencio. Y nosotros seguimos aquí, jugando con sus inventos, que parece que nos han hecho la vida más fácil, a lo mejor es verdad, pero también más despegada, desarraigada por los ingenios de la mente humana.

Descanse en paz.

4 comentarios:

Alejandro Muñoz dijo...

De Apple solo tengo el Ipod, desde hace bastante tiempo, y sí revolucionó mi forma de escuchar música. Me parecía que era el invento que llevaba toda la vida esperando, y lo uso casi a diario. Hoy me he acordado de él cuando lo he encendido. El resto de sus inventos me parecen magníficos, pero de momento pueden esperar. Serían caprichos... aunque tengo claro que mi próximo portátil será un Mac Pro. Cuando jubile éste, no antes.

José Miguel Ridao dijo...

¿Mac pro? Tú ere una peazo de maricona. Como se nota que vas a estar en el taco...

Anónimo dijo...

La vida y muerte no son absurdas, Ridao, las hacemos absurdas( y valga la "rindondancia") nosotros. Prefiero pensar y creer que tienen valor por si mismas, aunque muchas veces uno no logre entenderlo...o no pueda...o no quiera.
Confiemos para que después de nuestra existencia no haya sólo silencio, de esta manera tanto la vida como la muerte adquieren significado... o su verdadero significado.
Bueno, digo yo, Ridao, bacalao.
Saludos

José Miguel Ridao dijo...

Yo también prefiero pensarlo, pero ahí las preferencias no cuentan. Tampoco es para tanto: bien pensado, ni siquiera hace falta tener fe, basta con una mijita de esperanza.

Un abrazo bacalaero.