lunes, 31 de octubre de 2011

The pity of War



Impresiona hondamente la lectura del prefacio que el propio Wilfred Owen escribió a su libro de poemas. Fue hallado poco después de su muerte en estado fragmentario, entre sus papeles. Como dijo su compañero Sigfried Sassoon, sus palabras y sus poemas hablan por él, sin necesidad de elogios o explicaciones. Son unos versos exentos de retórica, incluso de poesía. “Above all, this book is not concerned with Poetry. The subject of it is War, and the pity of War”. Por encima de todo, el dolor, la pena engendrada por la Guerra. “The poetry is on the pity”. “La poesía está en la pena”. Y la pena está en esa guerra despiadada que se libró en los campos de Flandes, y donde el poeta convivió con la muerte hasta fundirse con ella.


Los últimos versos de Apología pro Poemate Meo son de una profundidad e intensidad realmente excepcionales:

You shall not hear their mirth:
You shall not come to think them well content
By any jest of mine. These men are worth
Your tears: You are not worth their merriment.
November 1917

No llegarás a oír su alborozo:
No llegarás a saber de su contento
por una broma mía. Estos hombres merecen
tus lágrimas: tú no mereces su alegría.
Noviembre 1917

domingo, 30 de octubre de 2011

Wilfred Owen: Futility


Movedlo al calor del sol—
Su suave caricia le despertó un día,
en casa, soñando con campos sin sembrar.
Siempre le despertó, también en Francia,
hasta esta mañana y esta nieve.
Si algo podría levantarlo ahora
el noble y viejo sol lo sabrá.

Pensad cómo despierta a las semillas—
Levantó, una vez, el barro de una estrella fría.
¿Son los miembros, tan cercanos, son los costados
llenos de nervios,—aún calientes,—demasiado duros para mezclarse?
¿Es por ello que el barro se elevó tan alto?
—Oh, ¿Qué hizo a los fútiles rayos fulgir
para romper el sueño de la tierra?



Move him into the sun—
Gently its touch awoke him once,
At home, whispering of fields unsown.
Always it awoke him, even in France,
Until this morning and this snow.
If anything might rouse him now
The kind old sun will know.

Think how it wakes the seeds—
Woke, once, the clays of a cold star.
Are limbs so dear-achieved, are sides
Full-nerved,—still warm,—too hard to stir?
Was it for this the clay grew tall?
—O what made fatuous sunbeams toil
To break earth's sleep at all?

viernes, 28 de octubre de 2011

Apuntes (137): Dew



Estilo, retórica... ¿Acaso no es igual uno que otra? ¿A quién queremos convencer: a los otros o a nosotros mismos? Librémonos del estilo al escribir, y al menos seremos honestos.

~

Una de retórica: Que nadie me diga lo que tengo que hacer. No quiero consejos; lo que ha servido a otros no tiene por qué servirme a mí; ni siquiera les sirve ya a ellos, que han cambiado con el paso del tiempo. Nadie es tan sabio para saber lo que le conviene; cuánto menos lo que conviene a los demás. Sanadores insufribles, agoreros de futuras desgracias si no se atiende a sus remedios. Dejemos que apliquen sus sangrías a los necios que les escuchan, y ellos sufrirán el castigo por prestar oídos a la vana presunción de sus palabras vacías.

~

Y ahora sin retórica: Navego solo, y a veces dejo subir en mi barco a alguien que me dé compañía y comparta conmigo el silencio.
~
O, that this too too solid flesh would melt
Thaw and resolve itself into a dew!
~

No habría un fin más conmovedor, poético, pausado y dulce. Derramar nuestro cuerpo en la belleza mágica de una gota de rocío
.

jueves, 27 de octubre de 2011

Don Cipote (Capítulo cuarto)


De lo que le sucedió a nuestro caballero cuando salió del puticlub

La del alba sería cuando don Cipote salió del castillo tan contento, tan gallardo, tan alborozado, tan corrido, que el gozo se le salía por la pelleja. Así dispuesto, determinó volver a su casa y hacer provisión de la quincallería necesaria a todo buen caballero, así como de un escudero, haciendo cuenta de recebir a un maestro vecino suyo, versado en asuntos de dineros y padre de muchos hijos, y al que hacía muy a propósito para el oficio escuderil. Con este pensamiento guió el motocarro hacia su aldea, el cuál parecía saber de la dicha de su señor, tanto era el donaire y ligereza con que recorría los caminos.
No había andado mucho cuando le pareció que a su diestra mano, de la espesura de un bosque de bananos que allí estaba, salían unas nada delicadas voces, como de persona que se quejaba; y apenas las hubo oído, cuando dijo:
—Gracias doy al cielo por la merced que me hace, pues tan presto me pone por delante ocasiones donde yo pueda cumplir con lo que debo a mi nueva encomienda. Estas voces, sin duda, son de algún menesteroso o menesterosa, o acaso de la Chupetera, que ha seguido mis pasos afligida por mi marcha.
Y, volviéndose, encaminó a Trepidante hacia donde le pareció que las voces salían, y, a pocos pasos, vio un automóvil de color negro brillante con estraños reflejos en torno dél. Opacos eran sus cristales, pero ante lo desmesurado de las voces don Cipote rompiólos con su garrote, y encontró la fuente de tamaños alaridos. En el asiento de atrás yacía una doncella –o la que había sido una doncella-, espatarrada y gozosa, mientras un valeroso doncel se aprestaba a embestirla con el instrumento que da nombre a nuestro caballero.
Viendo don Quijote lo que pasaba, con voz airada dijo:
—Descortés caballero, mal parece tomaros con quien defender no se puede; desmontad presto, que yo habré de hacerme cargo de vuestro negocio.
El niñato, que otra cosa no era, al ver sobre sí aquella figura llena de armas blandiendo el garrote sobre su rostro, enfundó presto el cipote, y con buenas palabras respondió:
—Señor caballero, esta dama que estoy castigando es una mi criada, que toma harto placer dello, lo cual hacemos una vez por semana, que el resto de los días atiende a otros sus caballeros andantes, que la sirven por detrás y por delante.
—¿«Miente» delante de mí, ruin villano? —dijo don Cipote—. Por el sol que nos alumbra, que estoy por pasaros de parte a parte con esta estaca. Dejadla sin más réplica y huid en vuestro engendro tuneado; si no, por el Dios que nos rige, que os concluya y aniquile en este punto.
El niñato bajó la cabeza y, sin responder palabra, abandonó a la doncella, y, bajo la atenta mirada del caballero, montó de mala gana en su BMW y alejóse del paraje, lo cuál acontecido aprovechó don Cipote para ocupar su lugar y volver a suscitar los dulces lamentos que había dejado de proferir la dama. Una vez fecha la faena a satisfacción de ambas partes, don Cipote volvió a Trepidante alegre como unas castañuelas, y encaminose a su aldea a dar forma a sus propósitos.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Hamlet revisited

There is nothing either good or bad, but thinking makes it so.
William Shakespeare: Hamlet
To me it is a prison.
La estirpe, Dinamarca, los cuatro lienzos de mi cuarto;
la tarde adormecida por las persianas bajas.
To me it is a prison.
Una prisión de cielo y tierra;
a veces suave, fría y trasparente;
cruel, inaccesible, desamparada.
Something is rotten in the State of Mine;
en la patria interior de los días últimos;
la soledad siniestra de los recuerdos olvidados.

martes, 25 de octubre de 2011

John Keats: To Autumn


No es mal momento, mediado el otoño, para traducir el inmortal poema de Keats, y tratar de transmitir toda la belleza que atesora. Where are the songs of Spring? Ay, where are they? / Think not of them, thou hast thy music too,— El poeta inglés toca una música sutil, delicada, apropiada a la luz incomparable de estos días de octubre.

Estación de nieblas y frutas en sazón;
amiga del alma del maduro sol;
con él conspira para cargar y bendecir
con fruta la vid que trepa por el emparrado;
para cargar de manzanas los árboles del huerto
y llenar de madurez el corazón de los frutos;
para colmar la calabaza, y llenar la cáscara de la avellana
con su dulce semilla; para hacer brotar más,
muchas más flores tardías para las abejas,
hasta que piensen que no cesarán los días cálidos,
porque el verano ha hecho rebosar sus ricos panales.

¿Quién no te ha visto a menudo entre las mieses?
A veces, quienquiera que te busque te hallará
despreocupada, sentada en el granero,
tu pelo ondulado suavemente por el viento:
o dormida profundamente en un surco a medio cosechar,
adormecida con el efluvio de las amapolas, mientras tu hoz
se niega a recoger las gavillas de flores enlazadas;
y algunas veces, igual que una campesina,
cruzas derecha un arroyo, con tu cabeza firme,
o contemplas paciente horas y horas, junto a un lagar,
cómo se escurren las últimas gotas de sidra.

¿Dónde están las canciones de la primavera? ¡Ay!, ¿Dónde están?
No pienses en ellas, tú tienes tu propia música,—
Mientras las nubes listadas florecen en el día que declina,
y tiñen de color rosado las llanuras en barbecho,
en un coro lastimero zumban los mosquitos,
entre los sauces, suspendidos en el aire
o hundiéndose cuando la brisa muere, o se aviva;
y balan los corderos en las colinas lejanas;
cantan los grillos en los setos; y con agudos trinos
el petirrojo entona su canción desde una pequeña granja;
y muy alto en el cielo gorjean alegres las golondrinas.



Season of mists and mellow fruitfulness,
Close bosom-friend of the maturing sun;
Conspiring with him how to load and bless
With fruit the vines that round the thatch-eves run;
To bend with apples the moss’d cottage-trees,
And fill all fruit with ripeness to the core;
To swell the gourd, and plump the hazel shells
With a sweet kernel; to set budding more,
And still more, later flowers for the bees,
Until they think warm days will never cease,
For Summer has o’er-brimm’d their clammy cells.

Who hath not seen thee oft amid thy store?
Sometimes whoever seeks abroad may find
Thee sitting careless on a granary floor,
Thy hair soft-lifted by the winnowing wind;
Or on a half-reap’d furrow sound asleep,
Drows’d with the fume of poppies, while thy hook
Spares the next swath and all its twined flowers:
And sometimes like a gleaner thou dost keep
Steady thy laden head across a brook;
Or by a cyder-press, with patient look,
Thou watchest the last oozings hours by hours.

Where are the songs of Spring? Ay, where are they?
Think not of them, thou hast thy music too,—
While barred clouds bloom the soft-dying day,
And touch the stubble plains with rosy hue;
Then in a wailful choir the small gnats mourn
Among the river sallows, borne aloft
Or sinking as the light wind lives or dies;
And full-grown lambs loud bleat from hilly bourn;
Hedge-crickets sing; and now with treble soft
The red-breast whistles from a garden-croft;
And gathering swallows twitter in the skies.

domingo, 23 de octubre de 2011

Arte y estupidez



No se puede servir simultáneamente al poder y a la belleza: «Le pouvoir est essentiellement stupide».

Cyril Connolly
: La tumba inquieta

El libro de Connolly es todo un descubrimiento que recomiendo vivamente, una fuente inagotable de pensamientos agudos, lapidarios y muchas veces devastadores. En este aforismo, cámbiese "pouvoir" por "public" y encontraremos el cáncer que corroe a tantos "artistas" del momento, que para mayor escarnio se las dan de independientes.

P.S. Me explico: el poder es estúpido, en el sentido de que no es "inteligente", y el público es estúpido en cuanto masa amorfa, aunque esté compuesto por algún que otro ser inteligente. Es de una estupidez supina pretender ser un artista y escribir pensando en los estúpidos.

P.P.S. Y luego están los "artistas" que no piensan en el público, sino en sí mismos, como muchos pintores. Ésos, además de estúpidos, son gilipollas.

viernes, 21 de octubre de 2011

John Masefield: Sea fever


Debo bajar a los mares de nuevo, al solitario mar y al cielo,
y sólo pido una alta nave, y una estrella que la haya de guiar,
y el golpe del timón, y la canción del viento, y las velas henchidas,
y el manto de una niebla gris, y el despuntar de un gris amanecer.

Debo bajar a los mares de nuevo, el canto de la marea furiosa
es una llamada clara y salvaje que no puede ser desoída;
y todo lo que pido es un día ventoso de blancas nubes voladoras,
y las gotas esparcidas, y la espuma arrojada por el viento, y gritos de gaviotas.

Debo bajar a los mares de nuevo, a la vida errante de los cíngaros,
al camino de gaviotas y ballenas, donde el viento es como un cuchillo afilado;
y todo lo que pido es la historia alegre de un risueño trotamundos,
y un dulce y tranquilo sueño al soltar el timón tras la tormenta.



I Must go down to the seas again, to the lonely sea and the sky,
And all I ask is a tall ship and a star to steer her by,
And the wheel's kick and the wind's song and the white sail's shaking,
And a gray mist on the sea's face, and a grey dawn breaking.

I must go down to the seas again, for the call of the running tide
Is a wild call and a clear call that may not be denied;
And all I ask is a windy day with the white clouds flying,
And the flung spray and the blown spume, and the sea-gulls crying.

I must go down to the seas again, to the vagrant gypsy life,
To the gull's way and the whale's way, where the wind's like a whetted knife;
And all I ask is a merry yarn from a laughing fellow-rover,
And quiet sleep and a sweet dream when the long trick's over.

miércoles, 19 de octubre de 2011

Apuntes (136): España negra y genios grises



La misantropía es un problema grande cuando uno está deprimido, pero una liberación en circunstancias normales.


~

El relato que hace Solana en La España negra de los locos encerrados en el penal de Santoña es espeluznante; algo así debían de ser las mazmorras de los castillos medievales. La democracia en que vivimos y el progreso mal entendido tendrá muchas carencias, pero leyendo este libro tiene uno la sensación de que en unos pocos años hemos escapado de unas cuevas tenebrosas y milenarias.

~

Creo que era Samuelson quien decía que envidiaba a sus alumnos, que por primera vez se acercaban a una ciencia tan apasionante como la Economía. A mí poco me falta para decirles que aún están a tiempo de salir corriendo.

~

Muchas veces pienso que si alguien tratara de escribir mi biografía no llenaría más de veinte páginas, y todas ellas sin interés. Los grandes hombres, sin embargo, han tenido vidas azarosas, han tratado gente principal y han sido testigos directos de grandes acontecimientos de la historia. Pero para contar lo más hondo de la vida no hay que embarcarse en empresas mundanas, sino vivir con plenitud, hacia dentro, y alimentarse de los libros y del roce con los más humildes. Por eso pienso que los más grandes son los poetas que han vuelto sus espaldas a las luminarias, y han escrito versos que acaso sólo ellos han sentido como eternos, porque nadie ha sabido de su obra. Sólo unos cuantos elegidos, después de muertos, han resurgido poco a poco, sin hacer ruido, asombrando a un mundo atónito por haberlos descuidado. Como Dickinson, una mujer cuya biografía está escrita en sus poemas; como Pessoa, que vivió en las soledades de su desasosiego y de unos versos que no le pertenecían.
~

Si no se hubiera escrito el Quijote, Dickens sería el novelista más grande de la historia.

Imagen superior: José Gutiérrez Solana. Los autómatas (1907)

Los premios Mastropiero



La figura de Johann Sebastian Mastropiero (JSM) es bien conocida por todos los aficionados a la música. Hay fundadas sospechas de que nació un 7 de febrero, si bien se desconoce el mes y el año. Lo que sí se sabe con certeza es que en en 1729 fue testigo en la catedral de Leipzig del estreno de una Pasión según san Mateo que definitivamente no le pertenece. Existen algunas obras que se pueden atribuir al maestro sin ningún género de dudas, como un Tangum Gloria estrenado en el Vaticano, su Sinfonía Impotente en fa mayor, el ballet Las sílfides (y cómo prevenirla), o la ópera Don Juan de Mastropiero, con su famoso dúo para barítono y tenorio.


Su fama es tan grande que recientemente se han creado los Premios Mastropiero, a cuya gala de entrega tuve el placer de asistir ayer por la noche en una sala abarrotada de público. Se entregaron numerosos premios, como el premio Gran hermana al mejor programa religioso, recogido por el padre Polvetti, tres premios Actor de reparto, a repartir entre otros tantos actores, o el premio Mastropiero al Mejor actor novel, obtenido por Jorge García Levy por quinto año consecutivo.

El acto estuvo amenizado por numerosas actuaciones musicales, como la bossa libidinossa Amor a primera vista, el madrigal caribeño El desdén de Desdémona o la comedia musical infantil para adultos Valdemar y el hechicero. Fue una velada inolvidable, donde los asistentes disfrutaron de un espectáculo lleno de sensibilidad y buen gusto. Se suele decir que no existe público suficiente para obras serias, inteligentes y de un humor refinado, pero en ocasiones como ésta se demuestra que hay vida más allá de la telebasura, y que el legado de un músico como Mastropiero puede unir hoy, un número indeterminado de años después de su muerte, a innumerables espectadores que disfrutan con unos artistas que rondan los setenta años y para los que parece que no ha pasado el tiempo.

martes, 18 de octubre de 2011

Por internet con el culo al aire


No cabe duda de que la publicación por Internet ha supuesto una revolución en la forma de “hacer” literatura, especialmente en el género diarístico y en la poesía, que ha servido de acicate a personas, como yo mismo, con una vocación latente, y que no escribían por pereza o por esa necesidad que todos tenemos, en mayor o menor medida, de compartir nuestros escritos. Sin embargo, y como es lógico, también tiene una serie de inconvenientes. Quiero centrarme aquí en uno del que apenas se habla: la exposición inmediata de los escritos a un público que ha llegado a ser conocido hace que se proteja la intimidad en mayor medida que si se tratara de una publicación en papel.

Voy a partir del análisis de los apuntes de mi diario y de los poemas que publico; en el caso de las reflexiones, entradas humorísticas, artículos divulgativos y de opinión y muchas otras páginas que pueblan mis andurriales, que se han convertido en una miscelánea un tanto caótica, no me siento coartado en absoluto; es más, practico unas expansiones escatológicas que no todo el mundo estaría dispuesto a utilizar. En los apuntes íntimos, sin embargo, la cosa cambia: de hecho, sólo publico una parte de las anotaciones que hago en papel. Creo que el diario que se lleva por Internet es mucho menos auténtico, e incluso sincero, que los diarios publicados por tantos grandes escritores, que sin lugar a dudas también se guardarían anotaciones privadas, pero contaban con la ventaja del desfase entre la escritura y la publicación, y el casi completo anonimato de los lectores. En el caso de la poesía esta circunstancia se ve acentuada, pues se trata del género más íntimo, donde el poeta desnuda su espíritu, y extrae sentimientos y percepciones que ni él mismo conocía. Si la poesía es sincera, y así debe ser siempre -otra cosa es que el poeta finja, que también-, la exposición inmediata a la mirada escrutadora de muchas personas, digamos cien, resulta algunas veces insoportable e inadmisible, lo que da lugar a que muchos de los poemas escritos no se publiquen por pudor, o a que los publicados no sean poemas realmente auténticos, cosa bastante fácil de desenmascarar por otro lado. Para expresarlo en términos líricos, el poeta se queda con el culo al aire, algo que se lleva mucho mejor si publicamos en papel, pues al cabo del tiempo ya no nos reconocemos en esos versos extraños que escribimos.

P.S. Y sí, efectivamente, dejo claro antes de que me lo echen en cara que esta entrada es, en parte, una excusatio non petita.

lunes, 17 de octubre de 2011

Sueño


Tantas horas destruidas en los sótanos del tiempo; tantas noches sin retorno, negros relojes siniestros; tantos veranos dormidos entre las olas del tedio; tantos asombros vanos, tantos temores secretos; tantas nubes, tanto cieno, tanta mirada triste desparramada en el suelo; tanto poema sin alma, tanta alma sin consuelo; tanta vida sin cariño, tantos pájaros sin vuelo; tantas rosas de hoja blanca, tantos pétalos de invierno; tantas estrellas mojadas, tanto llanto sin lamento; tantas nubes de colores; tantos despertares muertos; tanto frío, tanto miedo, tanta duda... tanto sueño.

Economía y crisis: ¿De qué estamos hablando?



No hay trabajo, pero a la gente le gustaría trabajar.

Hoy en día, por primera vez en la historia del hombre, la técnica no es un problema, y hay capacidad para producir más bienes de los que necesitamos, incluso si no se emplea toda la mano de obra.

Pero la gente no puede trabajar, porque no les dan trabajo.

En consecuencia, se produce menos, mucho menos.

Eso ocasiona una carestía, que si va a más hará que no se puedan cubrir las necesidades básicas.

Pero la gente quiere trabajar, y los medios productivos están ahí, parados, sin utilizar.

Sigue habiendo ricos, y cada vez hay más brecha entre ricos y pobres.

Los ricos son los únicos que pueden emplear su dinero para producir.

Pero les da miedo perderlo, así que no invierten.

Y mientras tanto, las deudas de los particulares y de los Estados crecen, y se corre el riesgo de quiebra.

Y mientras tanto, la capacidad productiva sigue sin utilizarse.

La causa de todo ello: el dinero, el juego de inversiones ficticias, el humo de las finanzas, que ha situado la riqueza en el dios dólar y el dios euro, y no en la tierra, en las fábricas, en las empresas de servicios, en lo que de verdad necesita la gente para vivir.

Y desde hace ya tiempo las fábricas siguen paradas, y los comercios cierran, y los campos están yermos, y la gente quiere trabajar, pero no puede.

domingo, 16 de octubre de 2011

Apuntes (135): Genios ridículos


No es únicamente el dinero lo que conduce a la falsedad a muchos escritores. Resulta mucho más rastrera la lucha sin cuartel por el reconocimiento, que deja el ego al descubierto, de tan inflado. Al fin y al cabo los que escriben por dinero son honestos y consecuentes: uno escribe una novela mala, pero que toca todos los resortes de las pasiones del hombre, y, si se tiene una habilidad excepcional, más un apoyo editorial más algo de suerte, se puede pegar un buen pelotazo. Ya me gustaría a mí hacer algo parecido; me iba a descojonar públicamente de todo aquel que me apostrofara de escritor vendido. Seguiría escribiendo mis cositas, pero con los riñones muy bien cubiertos; una forma muy digna de ganarse la vida, incluso para alguien que cree en la excelencia literaria. Lo que no es soportable es toda esa legión de babosos que han publicado cuatro cosas y se creen la reencarnación de Petrarca. Y presumen de que ellos no viven de la poesía. Claro que no, sólo faltaría eso.


~

Lo mejor de escribir un aforismo es que siempre se puede escribir otro que lo contradiga.

~

Se me plantea un dilema no de tipo moral, sino, por así decirlo, deportivo. Esos escritores que se arrastran mendigando un hueco en tal o cual medio impreso; ésos que adulan a los críticos mediocres e influyentes para que les concedan la gracia de unas líneas benevolentes; ésos que acuden a cuanto cocktail literario se les ponga a tiro, no ya para atacar sin cuartel los canapés, que también, sino para establecer “contactos” nuevos y torturar a los ya afianzados con sus megalocentrías; esos sujetos rastrerillos, digo, ¿podrán ser buenos escritores a pesar de todo? Una vez más volvemos a lo mismo: ¿puede una persona, no ya de moral relajada, sino manifiestamente ridícula, ser un genio de la literatura? A mí me parece que sí.

~

Y que nadie tome lo anterior como un ensañamiento, sino más bien como una provocación, a las que suelo acudir de vez en cuando en parte por diversión, en parte por dejar con el culo al aire a quien se dé por aludido (que, en algunos casos, puede ser uno mismo, aunque esto sólo yo lo sé).

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Tanto tiempo estudiando inglés, y hasta hoy no me he dado cuenta de que Popeye se llama así porque el eye le hace pop.

sábado, 15 de octubre de 2011

¡Viva V.E.R.D.I.!




Allí estaba Ricardo Muti, en el teatro de Roma, plantando cara a los payasos, demostrando a Italia y al mundo que hoy, lo mismo que hace ciento cincuenta años, la música une a los pueblos, y que basta con prender la llama para que se invoque el espíritu de la liberación. Nunca he sido partidario de los nacionalismos, pero cuando un pueblo es sometido, privado de la libertad, y se rebela como hicieron los hebreos contra el yugo babilonio, o los italianos contra el imperio de Austria, merece mi admiración. Hoy corren tiempos muy distintos, se dice que en en España, en Italia, hay democracia. Pero unos histriones se están riendo del pueblo, y al menos por unos momentos, ciento cincuenta años después del Risorgimento, un músico consiguió levantar por unos instantes a la burguesía más conservadora para cantar un himno que es todo un símbolo, un himno compuesto por el ídolo de los italianos: Giuseppe Verdi.

¡Viva Verdi! Vittorio Emmanuele Re D´Italia.

jueves, 13 de octubre de 2011

Altas capacidades intelectuales



Hoy he tenido noticia de que nuestra bien amada Junta de Andalucía tiene un plan para niños superdotados, aunque no se llama exactamente así, sino "Plan de actuación para la atención educativa al alumnado con necesidades específicas de apoyo educativo por presentar Altas Capacidades Intelectuales en Andalucía 2011-2013". Como son mucho más listos que yo, me ganan por veinticuatro palabras contra cuatro. Será que no soy superdotado (perdón, no poseo altas capacidades intelectuales).

Pero esto no es lo más gordo: dentro del "protocolo de actuaciones" del susodicho plan, me han remitido un cuestionario sobre mi hijo Jaime, con 25 preguntas a las que hay que responder "sí", "no" o "a veces". Parece que los padres les haremos el trabajo. Me imagino a esas madres de las de "qué listo es mi niño" mintiendo como bellacas para pasar esta criba y que su hijo/a acceda al olimpo/a de los listos/as. Las cuestiones, por cierto, no tienen desperdicio. Unos botones:

- Memoriza fácilmente poesías y canciones complejas para su edad (sí, y en alemán también, las obras completas de Rilke).

- Comprende con mucha facilidad la información que se le proporciona (estos psicólogos, cómo afinan con las preguntas).

- Es curioso/a, observador/a, agudo/a y despierto/a (todo sic/a).

- Tiene un gran interés por los problemas adultos: justicia, muerte, universo, religión... (Qué buscan, ¿un superdotado o el repelente niño Vicente? Por otro lado, ¿habrá alguien que hable con mayor lucidez de la muerte que un niño?).

- Se muestra imaginativo, original y sorprendente en sus producciones gráficas, plásticas, literarias, sociales... (sorprendentes son estos mierdas, y mira que ponen difícil el superarse).

Yo colijo (toma palabra de listos) que están buscando a monstruitos, una especie de loros repelentosos, que imagino meterán luego en una jaula. Por mi parte, pienso decirles con gran misterio que unos expertos de la NASA han descubierto que Jaime tiene una mente privilegiada, entre las cinco mejores del planeta, pero que resulta imprescindible que se mantenga en secreto, por el bien de la humanidad.

¡Anda, irse tos a shuparla, gastando el dinero en polladas, con la que está cayendo...!

miércoles, 12 de octubre de 2011

Spleen




Desde que escuché esta música por primera vez, hace ya mucho tiempo, vuelvo a ella como a un oasis, sin remisión. Es el spleen de los románticos, de Baudelaire, de los humores, de la negra bilis derramada por el cuerpo. No necesito volver a oír el lamento de Dido, porque lo tengo metido dentro, y de vez en cuando asoma, cargado de tristeza salvadora. La pena de la reina de Cartago es una pena universal.

¡Ingrato Eneas, que huiste de la Troya derrotada para robar el corazón de la reina púnica y convertirla en diosa de la muerte!

Dame tu mano, Belinda,
la oscuridad me envuelve;
déjame descansar en tu regazo.
¡Cuánto más quisiera!
Pero la muerte me invade:
la espero con los brazos abiertos.

Cuando yazca bajo la tierra,
que mis faltas nunca perturben
tu corazón.
Rrecuérdame, pero
¡ah! olvida mi destino.

martes, 11 de octubre de 2011

Apuntes (134): La intimidad de un diario


Qué ufanos, qué magnánimos nos sentimos cuando vamos con el coche y, al observar un peatón al borde de la carretera tratando de cruzar, con un gracioso gesto le cedemos el paso. Y qué agradecido queda él...


~

A veces siento la tentación de exponer públicamente en el blog algunos apuntes íntimos que suelo reservarme para mí. Pero es lógico que siempre quede una parcela en un diario que no se quiera compartir, bien por pudor, por miedo o por dignidad. Probablemente, si publicara mi diario en papel incluiría muchos de estos apuntes, pues el desfase entre la escritura y la publicación, la falta de interacción y el relativo anonimato de los lectores eliminarían gran parte de los obstáculos, pero hacerlo en el blog, donde los lectores me conocen mejor que muchos de mis amigos, y donde mantenemos una tertulia diaria sobre tantas cosas, sería como desnudarme el alma y quedarme desprotegido.

~

No entiendo muy bien esa aversión que le tienen a los gerundios muchos escritores y, sobre todo, poetas. Será que, no teniendo otra cosa en que pensar, van mutilando el lenguaje.

~

Hay gente que parece enteramente que ha pisado una mierda; y no porque estén especialmente disgustados, no, ése es su semblante habitual. Curiosamente, esos sujetos abundan en el gremio de la hostelería. Recuerdo un bar al que iba hace muchos años en Rota, llamado La Parra, muy animado siempre con marines norteamericanos, negros la mayoría, veraneantes como yo y algún que otro aborigen. Mi memoria es especialmente mala para retener rostros; incluso no puedo evocar los de muchos familiares si no los tengo delante, pero la jeta de este hombre, al que recuerdo que llamábamos el carasieso, es como si la estuviera viendo ahora mismo, y han pasado casi treinta años.

~

Un texto no es más que la sombra burda de las ideas que lo inspiraron.

lunes, 10 de octubre de 2011

Diccionario andurrialero (XI): De pollas, pollazos y pollones


Arrempujar
: chingar, fornicar.
Un poné: Mira, por ahí viene el primo del Josep Antoni, no vive bien el nota, tres meses haciendo como que trabaja pa cobrá el PER y el resto del año arrempujando...

Gelves: pueblo sevillano ribereño del Guadalquivir, a donde idealmente se dirigen las miradas de las mozas de buen ver.
Un poné (oído a pie de obra): Ole, ole, ole, morena, que te iba a poné mirando pa Gelves y luego p’Antequera.

Ira: efecto secundario de la Viagra.
Un poné:
- Manoli, ¿sabes que la Viagra produce ira?
¿Cómo dices, Pepe?
- Ira ira ira ira ira ira…

La polla: usado como adjetivo y referido a una persona, admirable y muy ingeniosa.
Un poné: Desde luego, tu cuñao es la polla, po no ha venío a casa y sa jincao to los botelline de Cruzcampo que había en la nevera…

La polla en vinagre: la leche, la caña, el no va más.
Un poné: Este Ridao es la polla en vinagre, en vez de hablar de economía se pone a escribir guarradas en su blog.

Manojopollas: conjunto de dedos flácidos de una mano.
Un poné (oído en una oficina donde trabajé hace tiempo):
-¿Por qué le decís a don Bonifacio “el manojopollas”?
-Porque le das la mano y parece mismamente que quiere que le pongamos los deos tiesos.

Manubrio: pene, cipote, polla, picha...
Un poné: Niño, a ver si estudias algo, joé, que estás tor tiempo dale que te pego al manubrio.

Pollada: tontería, cipotada, capullada.
Un poné: Hay que ver la de polladas que se pueden decir con la plabra polla.

Pollas: con carácter enfático, demonios, diantres, leches, coño.
Un poné: Manolo, ¿se puede saber dónde pollas has dejao mis bragas?

Pollazo: golpe contundente propinado con el pene a una hembra melindrosa.
Un poné: Tú ves a la Rocío lo buena que está y lo tonta que es, con esa cara de perro pequinés que tiene, ¿verdad? Pues un buen pollazo, y se le quitaban de golpe todas las arrugas.

Pollón: pene que supera holgadamente los 25 centímetros de largura en estado de reposo.
Un poné (espiando unos vestuarios): Ira ira ira, Chari, vaya pollón, igualito que el champiñón de tu Pepe...

domingo, 9 de octubre de 2011

Apuntes (133): Falsos poetas falsos


Un gran libro no es el que nos enseña muchas cosas, sino el que nos las muestra, las disfrutamos y después se nos olvidan.


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Casi siempre hay una frase, o un párrafo, que salva un libro. Eso dice Trapiello en uno de sus diarios, y eso mismo, justamente, me ha sucedido con su libro, que estaba pasando sin pena ni gloria, dejándome más bien indiferente, hasta que leí una frase ciertamente brillante y aleccionadora. Viene a decir el poeta leonés que los escritores buscan muchas veces la cuadratura del círculo: por un lado quieren la gloria y el reconocimiento, y por el otro pretenden mantenerse al margen del tráfago mundano de presentaciones, entrevistas y críticas, algo que sin duda está en las antípodas de todo creador medianamente coherente consigo mismo y con su obra. Trapiello es lo suficientemente honesto como para expresar en voz alta este pensamiento, y de su obra deduzco que, a pesar de todo, está más cerca de la segunda opción, pero... ¡Cuánta falsedad hay entre los poetas!

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Cuando uno tiene una opinión muy definida sobre algo pongamos por caso que yo piense que Eliot es un gran poeta—, se pone una venda en los ojos ante cualquier percepción que contradiga esta opinión. En el ejemplo, por muy horrible e infumable que fuera un poema de Eliot, juraría ante todos los dioses de la poesía que se trata de una obra de arte.

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Es fácil desenmascarar a los escritores que conocemos en persona: si las palabras que escriben nos chirrían puestas en su boca, están sentenciados: la impostación en literatura suele ser sinónimo de vaciedad.

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... Y a lo mejor mis amigos piensan que soy yo quien chirrío, y estoy vacío con tanto ripío.

sábado, 8 de octubre de 2011

Don Cipote (capítulo tercero)


Donde se cuenta la descojonante manera que tuvo don Cipote en armarse caballero.

Y así, fatigado de este pensamiento y harto saciado su apetito con chochitos, que no con chochetes, don Cipote abrevió su limitada cena, la cual acabada llamó al castellano, y sin percatarse de las miradas burlonas con que le regalaba, se hincó de rodillas ante él, diciéndole:

—No habré de abandonar esta decente morada, valeroso caballero, hasta que la vuestra cortesía me otorgue un don que pedirle quiero, el cual redundará en alabanza vuestra y en pro del género humano.

Ante tal requerimiento, el castellano vio superados todos sus pesares, tan de su agrado eran las ocurrencias de su insospechado huésped, y le hubo de decir que le otorgaría cuantos dones apeteciese, y que podía escoger la moza que fuera de su gusto, sin importar su grave estado de tiesura, al punto que no pudiera pagar los chochitos, a lo que respondió don Cipote:

—No esperaba yo menos de la gran magnificencia vuestra, señor mío. No me trae aquí la apetencia de chochitos ni de chochetes, sino la grande ansia de ser armado caballero, y esta noche en la capilla de este vuestro castillo velaré las armas; y mañana, como tengo dicho, se cumplirá lo que tanto deseo, para poder ir por todas las cuatro partes del mundo buscando aventuras y acometiendo hazañas.

El castellano determinó seguirle el humor, mas díjole que en aquel su castillo no había capilla alguna donde poder velar las armas, pero que podía usar la pieza que le apeteciese, donde tendría grata compañía que le hiciera más amena la espera. Todo ello fue muy al gusto de don Cipote, que se aprestó a velar sus armas. Consistían éstas en un garrote de palo de santo, honda de piel de carnero, a semejanza del arma legendaria de los guerreros baleares, y a modo de arma viviente un perrillo con una alzada de dos cuartas, que más temible y mordedor no lo hubiere en todo el reino. Así provisto, encaminóse a la pieza que le pareció más a su gusto y se dispuso a pasar la noche en vela.

Contó el ventero a sus pupilas la locura de su huésped, y encomendó a la más vistosa y descarada dellas acudiese a satisfacer cuantos deseos tuviere el caballero. La moza, a quien conocíase por el sobrenombre de Paca la Chupetera, acudió presta al encargo, y encontróse a don Cipote hincado de rodillas frente a un espejo de marco rosa.

—Buenas noches tenga vuesa merced, señor don Cipote, tráeme aquí el deseo de servir a tan noble caballero en lo que me requiriese.

Grande fue el espanto del caballero al ver perturbada tan importante noche, y volvióse para comprobar do venía tan inoportuno parlamento. Fue volverse y caérsele el garrote al bueno de don Cipote, y al punto levantársele el otro cipote, tan asombrosa era la visión que a sus ojos se ofrecía. Allí estaba la Chupetera, tal como el Altísimo la alumbró a este mundo. Presto recobró el ánimo nuestro señor, si bien el cipote no se le bajaba, y le habló con estas palabras:

—Vade retro, hija de Satanás, que no me has de amargar una empresa tan trascendente.

Rióse a esto la Chupetera y encaminóse a donde estaban don Cipote y su cipote, haciendo honor a su apodo en los minutos posteriores. Salió la moza y don Quijote quedó muy corrido, mas tomó la determinación de que tal incidente no había de turbar la empresa que al castillo le había traído, por lo que pasó la noche sin más incidentes.

Avisado el castellano de los azares de la noche, determinó dar a don Cipote la orden de caballería, y así, se desculpó de la insolencia de la Chupetera. Díjole que todo el toque de quedar armado caballero consistía en la pescozada y en el espaldarazo, según él tenía noticia del ceremonial de la orden. Todo se lo creyó don Cipote, el castellano trujo luego un libro con estraños grabados de caballeros y damas en las más diversas posturas, se vino adonde don Cipote estaba, al cual mandó hincar de rodillas; y, haciendo como que decía alguna devota oración, alzó la mano y diole sobre el cuello una enorme colleja, y tras él, un tremendo y gentil garrotazo, siempre murmurando entre dientes, como que rezaba. Hecho esto con gran contento de don Cipote, llamó a la Chupetera, que le acomodó el cipote, de nuevo descabalado, y le habló con estas palabras:

—Dios haga a vuesa merced muy venturoso caballero y le dé ventura en todas lides.

Hechas, pues, de galope y aprisa las hasta allí nunca vistas ceremonias, no vio la hora don Cipote de verse en su motocarro y salir buscando las aventuras que le hicieren famoso en los venideros siglos.

viernes, 7 de octubre de 2011

Apuntes (132): El Waterloo soñado



Esta mañana tocó compra en er Carrefú. 32º a la sombra en pleno mes de octubre, y, decorando las marquesinas de los aparcamientos, unos abetos de Navidad de brillantes colores, muy apropiados a la estación en que nos encontramos... dentro del híper, con los mismos grados pero bajo cero.

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Stefan Zweig cuenta sus Momentos estelares de la humanidad como si fueran una novela; y una novela es, al fin y al cabo, la vida de cada uno de nosotros, nuestras peripecias, tristezas, alegrías y acciones cotidianas, nada heroicas por cierto. No es descabellado describir la batalla de Waterloo hasta en los más mínimos detalles, como si se hubiera estado allí, codo con codo con Napoleón y Wellington, y asegurar que la derrota francesa se debió a un error puntual del general Grouchy, en uno de esos momentos en que, como dice Zweig, el azar se planta ante nosotros durante un instante supremo, en el que tenemos la oportunidad de atraparlo, pero la mayoría lo deja pasar. Ciertamente no fue así como sucedió, pero lo mismo da, el pasado no va a cambiar, ni la historia. Probablemente Napoleón hubiera sucumbido pronto, aun venciendo en Waterloo, y queda para el escritor el privilegio de reinventar esos momentos y embellecerlos, ante el escándalo de algunos que no ven más allá de lo real.

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Las amistades que se rompen es mejor perderlas del todo, para no tener que recordar lo que han sido.

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No sentía pena de sí mismo, pero todos los días se lamentaba y gritaba con la esperanza de que alguien le oyese, hasta que un día calló, tomó recado de escribir y se sumergió en las letras durante largos días, hasta morir dulcemente con una sonrisa en los labios.

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La codicia ha hecho de una ciencia tan simple como la Economía un amasijo de cifras, gráficas y charlatanes con bonete.

jueves, 6 de octubre de 2011

♫ Americanoooooos ♫





ZP.- ¡Vecinos del cortijo mío! Como Presidente vuestro que soy, os debo una explicación, y esta explicación que os debo, os la voy a pagar. Que yo, como Presidente vuestro que soy, os debo una explicación, y esta explicación que os debo, os la voy a pagar. Porque yo, como Presidente vuestro que soy....

Alfredito (interrumpiendo).- Un momento, jefe, cállese, déjeme a mí... Yo no sé si os habéis enterado todavía de que el señor Presidente os debe una explicación. Pero si no os habéis enterado, aquí estoy yo para deciros que no solamente os debe eso...

ZP.- Ahí está, ahí está...

Alfredito.- ...Sino una gratitud emocionada por el respeto, entusiasmo, disciplina, con que habeis acogido sus órdenes, demostrando con ello el heroísmo sin par de este noble pueblo que os vio nacer para honra y orgullo del mundo entero...

ZP.- ...Yo, como Presidente vuestro que soy, os debo una explicación, y esa explicación os la voy a dar, porque os la debo, porque...

Alfredito.- La explicación es innecesaria y ningún otro politiquillo de alrededor puede arrebataros el triunfo que os merecéis por vuestro coraje, orgullo del universo entero.

ZP.- ¡Ahí le ha dao! Y
o digo, como Presidente vuestro que soy, os digo...

Alfredito.- Que los americanos van a venir y que el señor Presidente ha ofrecido un premio al que los reciba mejor.

Ciudadano (interrumpiendo).- Pero, ¿no fue usted quien pegó el culo al asiento mientras desfilaba la bandera americana, y retiró a los soldados de Irak?

ZP.- ¡Ahí me han dao! Pero no podemos comparar la España que me dejó Aznar con la que yo he levantado en todo este tiempo. Estamos tan bien que hasta nos hacemos amigos de los americanos.

Alfredito.- Y yo que he estado en América, amigos míos, yo que conozco aquellas mentalidades nobles pero infantiles, os digo que España se conoce allí como un pueblo noble, valeroso, trabajador.

ZP.- ¡Eso, trabajador!

Ciudadano (interrumpiéndolo).- Pero para ser un pueblo trabajador primero tiene que haber trabajo, ¿no?

ZP.- Pues para eso mismamente estamos aquí, para anunciar que esos barcos de guerra van a traer más de mil marines, que consumirán, comerán hamburguesas, irán a los puticlubs... y así crearemos miles de empleos.

Alfredito.- ... y es que además la fama de nuestras corridas de toros, de nuestros toreros, de nuestros gitanos y sobre todo del cante flamenco, la hemos mandado a tomar por saco, y algo habrá que hacer para atraer a los yanquis.

ZP.- ¡Eso, a nuestros amigos los yanquis!

Alfredito.- Y os recomiendo que vayais pensando qué les vais a pedir a los americanos, porque yo os doy mi palabra de honor de que se van a estar aquí mucho tiempo gastándose todo el dinero. (...) Y que ha llegado el momento de unir nuestros esfuerzos para recibir mejor que nadie a estos buenos amigos, a estos formidables amigos, a estos...

Público (interrumpiendo el discurso).- ¡Negros, negros!

Reflexiones sobre la muerte de un mito



Cuando muere alguien como Steve Jobs uno no puede dejar de preguntarse lo absurda que es la muerte, como también lo es la vida. Y no porque se trate de alguien especialmente famoso, o una mente privilegiada, que sin duda lo fue, sino porque quizá nadie luchó más que él por hacer nuestra existencia más sencilla, ideando artilugios, sistemas, programas que nos permitieron trabajar cómodamente sentados en una mesa, en un entorno agradable pero frío, tremendamente frío, como frío es también el modelo de vida en que nos hemos embarcado.

Jobs no volverá a la tierra desde la misma tierra, porque se ha despegado de ella, igual que nosotros, que nos agarramos a un mundo virtual detrás del cuál sólo hay vacío, o si se quiere una ilusión óptica, una recreación virtual de la tierra que ha habitado el hombre durante milenios. Allí abajo, en lo húmedo, no hay innovaciones, sólo silencio. Y nosotros seguimos aquí, jugando con sus inventos, que parece que nos han hecho la vida más fácil, a lo mejor es verdad, pero también más despegada, desarraigada por los ingenios de la mente humana.

Descanse en paz.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Berganza



En el mundo de la ópera hay voces que están hechas para un repertorio determinado, y ahí son imbatibles por cualquiera de esos cantantes todoterreno que lo mismo cantan a Wagner, a Verdi o a Puccini, en un alarde sin duda meritorio, propio de unas condiciones vocales y artísticas privilegiadas, pero que nunca podrán alcanzar la perfección en esas maravillosas óperas del repertorio belcantista. Son las composiciones inortales de Bellini, Donizetti y, por encima de todos, del gran Gioachino Rossini.

Uno de estos papeles que suponen una piedra de toque para descubrir el oro puro que atesora una cantante es el de Rosina, de la ópera El barbero de Sevilla. Son muchos los que piensan que no ha nacido una Rosina mejor que nuestra Teresa Berganza, y traigo hoy una prueba de ello: su interpretación del aria Una voce poco fa. Ya empieza cantándola desde la cama con una voz cálida, redonda, en un alarde impresionante de técnica, y renuncio a describir lo que sigue, porque es mejor oírlo. También la Callas cantó este aria, con su maravillosa voz de soprano dramática, pero para este papel yo me quedo con la voz más pequeña, más apropiada, más recogida, más ajustada al bel canto, de la mezzosoprano madrileña.


martes, 4 de octubre de 2011

Paisaje


Nada florece;
ni retórica ni sentimientos;
están vacías las cuevas del dolor.
Un aleteo suave, imperceptible,
despierta las ansias de mirar atrás,
a donde los caminos de la muerte coinciden
con los primeros pasos de la vida.
Las hojas caen; el cielo gira,
y van pasando lentamente
las crueles páginas del tiempo.

Nada sonríe;
el aire quieto vibra, irrespirable,
en la cárcel de los primeros días,
cuando aún no habíamos nacido
y todo era blanca luz incandescente.
Silban las agujas del silencio;
todo es penumbra; rendición; sopor.

domingo, 2 de octubre de 2011

Don Cipote (capítulo segundo)


Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso don Cipote

En hechas, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo a poner en efecto su pensamiento, y así, sin dar parte a persona alguna de su intención, y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día (que era uno de los calurosos del mes de julio), se subió sobre Trepidante, y por una puerta falsa salió a la calle con grandísimo contento. Mas apenas se vio en la calle, cuando le asaltó un pensamiento terrible, y tal, que por poco le hiciera dejar la comenzada empresa: y fue que le vino a la memoria que no tenía una mísera moneda en los pliegues de sus calzas. Esta contrariedad le hizo titubear en su propósito; mas pudiendo más su locura que otra razón alguna, propuso apropiarse de la hacienda del primero que topase, a imitación de otros muchos que así lo hicieron, según él había leído en las crónicas de la política. Yendo, pues, circulando nuestro flamante aventurero, iba hablando consigo mismo, y diciendo: “¡Oh princesa Chuminea, señora de este cautivo corazón! Mucho agravio me habedes fecho en despedirme y reprocharme con el riguroso afincamiento de mandarme no parecer ante la vuestra fermosura. Vive Dios que he de acometer ese famoso Potorro, de donde habré de arrancaros pura y limpia, como la nombrada Virgen del lugar".

Casi todo aquel día viajó sin acontecerle cosa que de contar fuese, de lo cual se desesperaba, porque quisiera topar con quien hacer experiencia del valor de su fuerte brazo. Al anochecer, su motocarro se detuvo, y mirando si descubría alguna mansión o chalet de lujo donde recogerse, y adonde pudiese remediar su mucha necesidad, vio no lejos del camino por donde iba un castillo de gualdas almenas coronado por un gran corazón púrpura, que fue como si viera una estrella. Estaban a la puerta dos mujeres mozas, de estas que llaman del oficio, las cuales iban a Sevilla con unos moteros, y que a él le parecieron dos hermosas doncellas, o dos graciosas damas, que delante de la puerta del castillo se estaban solazando. Las damas, como vieron venir un hombre de aquellas trazas, llenas de miedo se iban a entrar; pero don Cipote, coligiendo por su huida su miedo, con gentil talante y voz reposada les dijo: “Non fuyan las vuestras mercedes, pues mi corazón está ya ocupado por la simpar Chuminea, y no han de temer desaguisado a tan altas doncellas, como vuestras presencias demuestran”.

Contemplábanle las mozas mientras mascaban goma, y se miraban la una a la otra con gran regocijo; como se oyeron llamar doncellas, cosa tan fuera de su profesión, no pudieron tener la risa, y fue de manera, que don Cipote vino a correrse (con perdón) y a decirles: “Es mucha sandez la risa que de leve causa procede; pero non vos lo digo porque os acuitedes ni mostredes mal talante, que el mío non es de al que de serviros”. El lenguaje no entendido de las señoras, y el mal talle de nuestro caballero, acrecentaba en ellas la risa y en él el enojo; y pasara muy adelante, si a aquel punto no saliera el castellano, que hacía negocio con las mozas, el cual, viendo aquella figura contrahecha, se lanzó al suelo entre grandes gritos de alborozo, que a un punto estuvo de perder los cojones, tales eran las convulsiones que a su cuerpo acontecían.

Volviese don Cipote a las mozas, y les dijo con mucho donaire:

Nunca fuera caballero
de damas tan bien servido,
como fuera don Cipote
cuando de su aldea vino;
doncellas curaban dél,
princesas de su pepino.

Las mozas, que no estaban hechas a oír semejantes retóricas, no respondían palabra; sólo le preguntaron si quería comer alguna cosa. “Cualquiera yantaría yo”, respondió don Cipote, porque a lo que entiendo me haría mucho al caso. A dicha acertó a ser lunes aquel día, y no había en todo el lugar sino unas raciones de una legumbre llamada altramuz, que en otras partes llamaban chochito. Pusiéronle la mesa a la puerta del castillo por el fresco, y trájole el huésped una escudilla de chochitos, y un pan tan negro y mugriento como sus ropas. Don Cipote estaba a sus anchas, y con esto daba por bien empleada su determinación y salida. Mas lo que más le fatigaba era verse con la faltriquera vacía, por parecerle que no se podría poner legítimamente en aventura sin tener bien cubiertos los riñones.

sábado, 1 de octubre de 2011

Don Cipote (capítulo primero)


Que trata de la condición y ejercicio del famoso pirado don Cipote de la España

En un lugar de la España, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un pirado de los de barbas hasta el suelo, mirada ambigua, botellín de Cruzcampo y chucho ladrador. Tenía en su casa una ama que pasaba de los noventa, y una sobrina buenorra y algo descarada, y un mozo chapucero que así cazaba un chochín como palmeaba las posaderas de la sobrina. Es de saber, que este sobredicho pirado, los ratos que estaba ocioso se daba a escuchar las palabras de los políticos, y con éstas y semejantes razones perdía el pobre el juicio, y desvelábase por entenderlas y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mismo Cánovas, si resucitara para sólo ello.

Tuvo muchas veces competencia con el alcalde de su lugar (que era hombre docto graduado en la escuela del pelotazo), sobre cuál había sido mejor político, Felipín de Sevilla o Aznarín de España; mas maese Francisco, concejal del mismo pueblo, decía que ninguno llegaba al caballero caudillo de las Galicias. En resolución, él se enfrascó tanto en la política, que se le pasaban las noches leyendo peródicos, y así, del poco dormir y del mucho leer, y de entender las felonías cometidas por los servidores públicos, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio, y vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra, como para el servicio de su república, hacerse caballero andante, e irse por todo el mundo desfaciendo todo género de agravio provocado por senadores, presidentes, ministros, alcaldes y demás gentes de parecida ralea , y poniéndose en ocasiones y peligros, donde acabándolos, cobrase eterno nombre y fama.

Y así con estos tan agradables pensamientos, llevado del estraño gusto que en ellos sentía, se dio priesa a poner en efecto lo que deseaba. Fue a ver a su garaje, y allí encontró un motocarro, que aunque tenía más años que su excelencia la duquesa de Alba, y más bollos que el yelmo de don Quijote, le pareció que ni un Ferrari con él se igualaba. Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le pondría, y así después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar Trepidante. Puesto nombre y tan a su gusto a su montura, quiso ponérsele a sí mismo, y en este pensamiento, duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar don Cipote. Pero acordándose que el valeroso Aznarín no sólo se había contentado con llamarse Aznarín a secas, sino que añadió el nombre de su reino que creía era de su entera propiedad, así quiso, como buen pirado, añadir al suyo el nombre de la suya, y llamarse don Cipote de la España, con que a su parecer declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della.

Puesto así su nombre, se dió a entender que no le faltaba otra cosa, sino buscar una dama de quien enamorarse. Fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza de oficio antiguo como el hombre, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque según se entiende, ella jamás lo supo ni se dio cata de ello, ocupada como estaba en sus menesteres. Llamábase Alfonsa Garbanzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Chuminea del Potorro, porque era natural del Potorro, nombre a su parecer músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.