viernes, 30 de septiembre de 2011

Don Quijote, Azorín y el progreso



Estoy leyendo el magnífico libro de Azorín La ruta de don Quijote, y no puedo evitar sentir una cierta nostalgia, una melancolía por el pasado que se fue y ya nunca retornará. El maestro de Monóvar escribió esta obra en 1905 por encargo del director del periódico El imparcial, para el que trabajaba por entonces. Un siglo ha pasado desde aquello. Azorín nos describe un paisaje y unas gentes que, como bien dice Trapiello en su biografía de Cervantes, eran los mismos que retrató éste en su inmortal obra. Unos años después, en la década de los 50, el progreso había cambiado ese escenario para siempre.
Una avutarda cruza lentamente, pausadamente, sobre nosotros; una bandada de grajos, posada en un bancal, levanta el vuelo y se aleja graznando; la transparencia del aire, extraordinaria, maravillosa, nos deja ver las casitas blancas remotas; el llano continúa monótono, yermo. Y nosotros, tras horas y horas de caminata por este campo, nos sentimos abrumados, anonadados, por la llanura inmutable, por el cielo infinito, transparente, por la lejanía inaccesible. Y ahora es cuando comprendemos cómo Alonso Quijano había de nacer en estas tierras, y cómo su espíritu, sin trabas, libre, había de volar frenético por las regiones del ensueño y de la quimera.
Azorín viaja en carro por la Mancha, se aloja en una posada de Puerto Lápice y contempla las ruinas de la venta donde don Quijote fue ordenado caballero. Al llegar a Daimiel los batanes que causaron tanto espanto a nuestros dos héroes aún perviven, y están en servicio. Los caminos polvorientos, el cielo transparente, las aves que pueblan el llano fueron también contempladas en su ensueño delirante por el caballero de la triste figura. Y ahora, hace ya muchas décadas que el paisaje ha sufrido un golpe del que ya no se recuperará. Donde había ventas se levantan naves industriales y cobertizos con los techos de uralita. Las bestias y los carros han sido sustituidos por automóviles rugientes, y carreteras de negro asfalto hienden sin piedad la tierra. Ya no hay silencio en la Mancha, ni en ningún lugar de España. Es el progreso, que tantos defensores tiene, pero que va destruyendo poco a poco la huella milenaria de nuestra especie, sustituyéndola por una herida abierta y humeante.

jueves, 29 de septiembre de 2011

Dejando huella


Esta mañana, mientras hacía búsquedas a través de Google, me he encontrado con una sorpresa que me llena de orgullo por mi contribución al saber y a la difusión de la cultura andaluza usando las nuevas tecnologías. He tecleado "
Consejería de educación de la Junta de Andalucía" en una búsqueda de imágenes, para admirar los logotipos y las fotografías que dejan patente el esfuerzo de nuestros responsables políticos en algo tan importante como la educación, y cuál no ha sido mi sorpresa al comprobar que una imagen correspondiente a una de las entradas de este humilde blog contribuye a ilustrar tan alta empresa. La podéis ver en la tercera página de resultados al final de la primera fila (y subiendo), pinchando en el enlace anterior.

Y
ésta es la entrada de marras. No me gusta echarme flores, pero una cosa así hay que airearla.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Apuntes (131): Ideas al vuelo


Esta noche no he podido conciliar el sueño, y me he dedicado a pensar. En el silencio de la casa, mi mente ha entrado en una especie de trance creador, y se me han ocurrido ideas nuevas y extrañas. He sentido entonces la tentación de levantarme a buscar mi cuaderno y anotar al menos un hilo de mis divagaciones que por la mañana me permitiera poner en pie unos pensamientos que se me antojaban brillantes, pero las ideas bullían vertiginosas, y comprendí que me sería imposible hacer que la escritura atrapara el vuelo de la mente, que acabaría frenada por el afán de dominarlo. Permanecí en la cama, pues, y seguí imaginando, razonando, fantaseando. Hoy, cuando me he levantado por la mañana después de unas escasas horas de sueño, todo había desaparecido. Aún me duraba la sensación intensa de la noche, pero las ideas se habían evaporado. Seguramente estarán en algún lugar, esperando a que alguien menos impaciente que yo las atrape para siempre.


~

Me rodean voces mientras escribo. Son voces que no tienen cara, pero ríen, comen, hablan entre ellas. Apuran su momento, mientras yo agacho la cabeza y callo, y pienso, y vivo en mi soledad detrás de una pantalla invisible.

~

Hay asuntos en los que todos tenemos algo que decir, y eso suele ser señal de que es mejor no decir nada.

~

Trakl tenía una idea recurrente: la de los no nacidos. En ellos situaba la mayor tragedia como seres ausentes, fuera del tiempo y, por eso mismo, puros, blancos en su luto de muerte antes de vivir.

~

Es cierto que el tiempo no se pierde, ni se tira, pero a veces el tedio lo esconde por debajo de las alfombras.

Emily Dickinson: Going to heaven!


Después de la entrada de ayer me ha salido al paso este formidable, en todos los sentidos, poema de Dickinson, y no he resistido la tentación de traducirlo.

¡Ir al cielo!
Yo no sé cuándo;
por favor no me preguntes cómo,—
¡estoy demasiado asombrada
para pensar en responderte!
¡Ir al cielo!—
¡Qué apagado suena!
Y sin embargo así será,
tan cierto como que los rebaños
vuelven a casa por la noche
a los brazos del pastor.

¡Quizás tú también te vas!
¿Quién lo sabe?
Si allí te fueras el primero,
¡Resérvame algo de sitio
junto a los dos que yo perdí!
La más pequeña “toga” me valdrá,
y sólo un pedacito de “corona”;
ya sabes que no importa el vestido
cuando volvemos a casa.

Me alegra no creer en ello,
porque mi aliento dejaría de soplar,
¡y quisiera mirar un poco más
una tierra tan extraña!
Me alegra que ellos sí creyeran,
ésos que no he vuelto a encontrar
desde la formidable tarde de otoño
en que los dejé en el suelo.


Going to heaven!
I don’t know when,
Pray do not ask me how,—
Indeed, I ’m too astonished
To think of answering you!
Going to heaven!—
How dim it sounds!
And yet it will be done
As sure as flocks go home at night
Unto the shepherd’s arm!

Perhaps you ’re going too!
Who knows?
If you should get there first,
Save just a little place for me
Close to the two I lost!
The smallest “robe” will fit me,
And just a bit of “crown”;
For you know we do not mind our dress
When we are going home.

I ’m glad I don’t believe it,
For it would stop my breath,
And I ’d like to look a little more
At such a curious earth!
I am glad they did believe it
Whom I have never found
Since the mighty autumn afternoon
I left them in the ground.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Cerca de Dios


Ha venido a decir Benedicto XVI en la visita a su patria, si es que así se puede llamar a la tierra donde nació un papa, que un agnóstico está más cerca de Dios que los "fieles rutinarios", aquellos que sólo ven en la Iglesia el boato, sin que su corazón quede tocado por la fe. Desconozco si la frase está sacada de contexto, creo que algo de eso hay, pues en otras fuentes he leído que se refiere a "los agnósticos que no encuentran paz por la cuestión de Dios y las personas que sufren a causa de nuestros pecados y tienen deseo de un corazón puro". Yo puedo afirmar, aunque con todas las incertezas que origina un asunto como éste, que la paz de la que disfruto en ocasiones la he hallado al margen de Dios, y que la cuestión de Dios no perturba mi espíritu, pero también creo estar seguro de poseer ese mismo espíritu, y he dejado constancia muchas veces en este blog de mi interés y curiosidad por la cuestión religiosa. La frase del Papa me parece inusualmente lúcida, y justamente por eso sus palabras me han llegado como no lo habían hecho hasta ahora.

El loco de Alájar


Desde hace años merodea por la parte de Alájar un loco silencioso, inquietante y, cuando uno sigue sus pasos, digno de la mayor lástima. Lo vi por primera vez hace tiempo, en el antiguo camino de herradura que va de la aldea de Los Madroñeros a Linares de la Sierra. Lo divisé de lejos, en dirección a Linares, sucio y desastrado, con unas barbas negras que le llegaban casi hasta las rodillas. Iba yo andando solo, y me dio cierto reparo cruzarme con alguien de esas trazas. Miraba al frente con obstinación. Al pasar a mi lado le saludé, y ni siquiera se inmutó: siguió andando con la mirada fija, como si yo fuera una piedra más en el camino. Algún tiempo después lo volví a ver, esta vez en Los Madroñeros. Había ido yo caminando a esta aldea, deshabitada y perdida entre las sierras, y lo encontré frente al muro de una casa. Era mediodía en el mes de agosto, y el hombre iba vestido con una gruesa pelliza de lana. Tenía los ojos cerrados y se balanceaba rítmicamente hacia delante y hacia atrás. Parecía que llevaba mucho tiempo en ese estado. Pasé junto a él y, como era de esperar, no advirtió mi presencia. Permanecí un buen rato por allí, y cuando marché de vuelta a Alájar lo dejé en el mismo estado en que lo encontré. Preguntando en el pueblo, me contaron que vivía solo en una casa de la aldea, sin hablar con los pocos que por allí se acercaban. El día de la Virgen de la Salud, en que los antiguos habitantes acuden a rezar un rosario a la virgen y a recordar tiempos entrañables, el hombre se asomaba sin dirigirse a nadie, y los niños corrían asustados. Alguien me contó que caminaba todos los días el recorrido entre Los Madroñeros y Linares, entraba en una tienda del pueblo y compraba, no se sabe con qué dinero, yogures, de los que se alimentaba en el camino de vuelta. De hecho, el sendero estaba lleno de envases de yogur esparcidos por todos lados. Me lo volví a encontrar alguna vez de noche en la carretera que va de Linares a Alájar, llevándome un buen susto, pues de repente los faros le iluminaban inmóvil al borde del asfalto, con los ojos cerrados y ese extraño bamboleo. Al pasar de vuelta al cabo de las horas me lo encontraba exactamente en el mismo sitio y en la misma posición. Nadie sabe a ciencia cierta dónde duerme, ni cómo se alimenta, pero lo cierto es que ya sea de día, de noche, con un frío gélido, con el tórrido calor del verano o bajo la intensa lluvia que suele caer por la zona, el hombre aguanta de pie horas y horas, sin inmutarse, como si fuera una bestia pero sin heno que comer.

Este verano ha estado rondando por Alájar. Me dijeron que lo encontraron un amanecer de julio tiritando violentamente en una calle del pueblo, a pesar de ir vestido con su ropa de abrigo habitual. Alguien le dio comida, o más bien la puso a su lado, y le ofrecieron un almacén donde refugiarse y pasar las noches. Este fin de semana lo he vuelto a ver, con las mismas barbas y la misma ropa, parado en la calle en ese trance extraño, recuperando de vez en cuando la consciencia, si es que vale en este caso la expresión, y andando sin rumbo Dios sabe a dónde.

Me asombra profundamente que esta persona haya sido capaz de pasar tantos años sin hablar con nadie, y que no haya enfermado mortalmente viviendo de ese modo a la intemperie, y también me asombra que en los tiempos que corren se permita vagar por los campos a un desgraciado como éste, sin que nadie haga algo por remediar su situación, o al menos ofrecer un diagnóstico, internarlo en un hospital... algo que evite este triste espectáculo, como sacado de historias antiguas de locos de la Edad Media, un espectáculo que en cierto modo es fascinante, por lo que muestra del misterio insondable que aún vive en el alma de los hombres. Sólo en un sitio como Alájar puede aún vivir una persona así sin parecer del todo extraña. Alájar es un pueblo de leyendas, y la que hoy cuento es una más de ellas, impensable en el siglo en que estamos; triste, pero también misteriosa y extrañamente cierta.

viernes, 23 de septiembre de 2011

A un chupete



Hace dos días le quitamos el chupete a Gonzalo. Las cosas más triviales, las más insignificantes, son las que suelen dejarnos un inesperado rastro de emoción. Desde que era un bebé muy pequeño, tengo la imagen de Gonzalo con su chupete en la boca, no todo el día, sino para dormir, o cuando estaba cansado. Logró una compenetración tan grande con ese trocito de goma que era capaz de darle vueltas en la boca, sin tocarlo. Cuando se lo poníamos al revés daba medio giro como si tuviera un resorte en los labios, hasta ponerlo en la posición correcta. La expresión del niño el otro día al pedir su chupete y ver que ya no estaba, que se lo había llevado una gallinita, es difícil de explicar con palabras, como tampoco se explica muy bien la pena de los padres por algo tan lógico, tan natural. Precisamente por eso, porque es natural, se percibe por primera vez como algo que es ley de vida, el primer paso en una serie de cambios, de renuncias necesarias en que consiste nuestra vida. A veces se quiere atrapar el instante, nos negamos a entregar al dios del tiempo las cosas que nos han hecho felices, aunque sea el chupete del hijo más pequeño. A veces se siente uno así, y se le tensa la fibra sensible, y casi se avergüenza de decirlo, cuánto más de escribirlo.

Epílogo: Gonzalo está llorando porque no puede dormirse. Ahora tiene que aprender a hacerlo solo, y en poco tiempo habrá olvidado su chupete, como yo tendré que olvidar en el futuro que hubo un tiempo en que él dependía de mí para casi todo.

jueves, 22 de septiembre de 2011

De recortes y otras putadas

Ahora que el gobierno (así, con minúsculas) de España, acuciado por las deudas, busca desesperadamente la manera de ahorrar el dinero que tiró a espuertas durante más de diez años, como si se tratara de un vividor patético y obsceno que ve cómo le van a embargar la mansión en que se ha estado revolcando, me decido a levantar la voz desde mi posición de funcionario docente “de toda la vida” y economista de formación.

Puntualizando, que es gerundio:

Se recorta en educación y sanidad porque en estos sectores es donde se concentra el mayor volumen de gastos.

Lo malo (o lo bueno), es que, por su importancia, son los sectores donde la población entiende menos los recortes.

Lo que digan los docentes y los profesionales sanitarios se la trae floja al gobierno, a los ciudadanos y a Angela Merkel.

En educación y en sanidad se ha despilfarrado muchísimo dinero.

Se pueden reducir gastos antes en otros ámbitos que claman al cielo.

Lo anterior no puede servir de excusa en ningún caso.

Nadie va a echar piedras sobre su propio tejado.

Ni tampoco es necesario, ya se encargan otros de apedrear los tejados ajenos.

El sector público es menos eficiente que el sector privado.

El sector público es necesario, con menor o mayor tamaño.

La poca eficiencia no es culpa de los funcionarios, sino de la falta de control por parte de unos jefes que a su vez no están controlados y se lo llevan calentito: si en una empresa privada el jefe no estuviera pendiente de los trabajadores, éstos trabajarían menos.

Pagan justos (trabajadores responsables) por pecadores (vagos y sinvergüenzas).

La orientación política debería ser independiente de las actuaciones y opiniones de los funcionarios a este respecto.

A uno le pagan menos, pero uno se aguanta.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Apuntes (130): De manchas y estilo



Ya casi nunca escribo como antes, de un solo tirón, la pluma siguiendo a duras penas a las ideas que salen en torrente. El estilo me atrapa por momentos; vislumbro el final de una frase y me obligo a completarla con una secuencia rítmica concreta, con las palabras y terminaciones que más se ajustan a la estética que busco.

~

Escribir con estilo puede ser algo bueno o nefasto. La prueba para saberlo es fácil: si alguien con habilidad escribe un texto imitándote y todos lo consideran escrito por ti, entonces habrás caído en la trampa del estilo, y tu literatura carecerá de interés. El estilo debe ser inimitable; o, si se prefiere, debe escribirse sin estilo alguno, haciendo inaccesible la maestría en el dominio del lenguaje.

~

Estas hojas del diario manchadas de chocolate o de café son un adorno distinguido, marchamo vivo de la prosa cotidiana que surge mientras se desayuna, o al detenernos a descansar en el banco de una plaza.

~

No hay pudor en los poemas primeros, que se exhiben alegremente, sin nada que perder, como un nuevo don que maravilla y se comparte, aunque pueda ser mediocre. Después se escriben más poemas, y se leen aún más, de los más grandes, y se da uno cuenta de que la poesía es algo muy serio y muy precioso. Entonces uno no tiene más remedio que dejar de escribir, porque no puede llegar donde querría.

~

No hay estilo en un diario, salvo que sea un escaparate de baratijas.

Súplica


Si no sabes hablar, ¿por qué me llamas?
Destruyes sin saberlo mi esperanza.
¿No ves todos los días los jazmines
colgando de la tapia? Mil estrellas
parecen, tan brillantes con sus túnicas
recién lavadas por la lluvia blanca.

Si sabes que no puedo respirar,
¿por qué me ahogas en las aguas negras?
Disfrutas sumergiéndote en mi vida
y vienes a buscarme cada día
con pasos largos, la cabeza baja
y el frío de la noche en la mirada.

Si sabes que no pueden defenderse,
¿por qué les hieres de ese modo? Acaso
tienen ellos la culpa de mi suerte?

No puedo soportar tanto silencio.
Respóndeme por Dios, te lo suplico,
o deja que me apague en la mañana.

martes, 20 de septiembre de 2011

Mu malamente


Tengo la impresión de que todo el jaleo que se está montando en torno a los recortes en educación, el aumento de horas lectivas y demás regalitos está provocando serios daños en el cerebro de mis compañeros docentes. Y si no, vean la posdata de una carta remitida por correo electrónico a todos los profesores de mi centro:
... Toda esta información estará también disponible a petición de cualquiera en Jefatura de Estudios.

Un cordial saludo.

Jefatura de estudios

PD: si no ha recibido el email, por favor, pásese por Jefatura de Estudios para comprobar los datos de contacto que tenemos recogidos.

lunes, 19 de septiembre de 2011

Impresiones lisboetas



No es necesario en absoluto hablar portugués: basta con decir las palabras en español con boquita de piñón y con la “u” como única vocal: te entienden perfectamente; lo que no sé es si pensarán que somos gilipollas.

El pobre Pessoa debe de estar removiéndose en su tumba. Con lo que fue él y las cosas que escribió, su desprecio por la fama y por la vida, van y lo entierran en el claustro del Monasterio de los Jerónimos en una especie de mausoleo entre columnas majestuosas. Por si fuera poco, le han hecho una estatua en el barrio del Chiado sentado en un banco y la gente se hace fotos con él dándole collejas, fueraparte de que las palomas se cagan impunemente en su sombrero.

En Lisboa también hay gorrillas, aunque sin gorras.

Todos los taxis son de la marca Mercedes, y los taxistas tienen por costumbre pitar a los semáforos para que se pongan en verde.

Los edificios del centro de Lisboa son todos enormes, señoriales, con grandes balconadas de piedra y portadas aristocráticas. La habitación del hotel tenía una altura de seis metros hasta el techo. Me entraron ganas de hacer un dobladito a tres metros y realquilarla.

No he visto nunca estatuas más grandes y más broncíneas en todas las plazas. Se diría que de este modo se reconfortan con su pasado esplendoroso al compararlo con su presente primarriesguístico.

En Lisboa no se ven inmigrantes, sino ciudadanos de sus antiguas colonias. Hay una diferencia grande: se les ve como en su casa.

Los tranvías no los cambian desde los tiempos de Vasco da Gama.

Los lisboetas se pasan todo el tiempo diciendo “obrigado”, palabra tremendamente contagiosa. Uno acaba utilizándola para todo: como saludo, despedida, insulto…

Hasta ahora creía que Sevilla era la ciudad con más bares y restaurantes por metro cuadrado, pero ya no me cabe duda de que es Lisboa. Debido a la feroz competencia, cada restaurante tiene apostado en la puerta a un sujeto esgrimiendo una carta de menús que te asalta con saña.

Es asombroso el número de librerías de viejo que hay en Lisboa. Lo malo es que están cerradas a todas horas.

El agua mineral embotellada es demasiado "mineral". Es lo más parecido a beber agua del mar.

A pesar del carácter cortés y ceremonioso de los lisboetas, sobre todo de los dueños de comercios, uno tiene la sensación de que le están timando en todo momento.

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Genios

Yo no llego a entender la poesía de Trakl,
pero su lenguaje me deslumbra, y es lo
que mejor idea me da de lo que es el genio.
Ludwig Wittgenstein
Entonces, hay dos tipos de genios: los genios cabales, como Cervantes o Shakespeare, a los que se les entiende muy bien, y esos espíritus de cristal de los que hablaba ayer, como Hölderlin, Pessoa o el mismo Trakl, que sabemos que están diciendo algo grande, tanto que temblamos al leerlos, pero no acertamos a explicarnos lo que hay detrás de esas palabras. Existe una prueba de fuego: sus versos se nos olvidan inmediatamente después de leídos. Van más allá del lenguaje, pero no son surrealistas: las etiquetas se les despegan; son simplemente genios, y pagan con su vida y su felicidad por ello.

P.S. Me voy a dar un garbeo por el barrio de Chiado, a ver si se me pega algo de Pessoa. Você fica lá!

lunes, 12 de septiembre de 2011

Apuntes (129): Espíritus de cristal


Es verdad, como decía Nietzsche, que la voluntad lo puede todo, pero justo hasta el momento de la muerte (de Nietzsche, no de Dios).

~

Los artistas más grandes son siempre frágiles, y por Artista, así con mayúscula, entiendo a los músicos y a los poetas. No me refiero aquí a la indiscutible grandeza de un Shakespeare, cuyo principal mérito era contar al pueblo con palabras directas las grandes pasiones del hombre. Tampoco me refiero a Bach, el mayor genio de la música, pero que sin embargo se limitó a anotar en un pentagrama la música que le "dictaba" Dios. Yo me refiero a los artistas arrebatados, profundamente humanos, que han conseguido elevarse por encima de su condición trascendiendo el lenguaje. Hablo de Beethoven, de Schubert, de Mozart, de Tchaikovski, de Pessoa, de Hölderlin, de Verlaine y de algunos otros espíritus de cristal que, antes de romperse en pedazos, nos legaron su arte inconmensurable.

~

Al fin y al cabo, las palabras y las notas musicales no son más que ondas que se desplazan por el espacio hasta desvanecerse. Se agarran a nuestra memoria, pero las borra la muerte. Llegará un día en que la obra de Homero no sea más que un recuerdo que una vez existió pero del que ya no se acuerda nadie, porque no hay nadie para acordarse.

~

Del culto al cuerpo, sólo comparto el culto a la barriga.

~

Hay quien piensa que el tedio es la desgana, el ocio estéril, el aburrimiento. Pero no es eso: el tedio es algo aniquilador. Está unido a la vida para negarla, para aborrecerla. Es una sensación maligna; no es horror, es vacío, una conciencia lúcida de la inutilidad de vivir que paraliza el alma y el cuerpo para dejar paso al abismo.

Georg Trakl: Grodek


Georg Trakl fue reclutado para la Gran Guerra como farmacéutico militar en 1914. Participó en la batalla de Grodek, y tuvo que atender a decenas de heridos graves sin medios, sin medicamentos, sin anestesia. A esos hospitales de Galitzia se les bautizó como "Pozos de la muerte". No lo soportó: cayó en una depresión profunda, lo mandaron a un hospital militar de Cracovia. Ya no volvió al frente. Wittgenstein, su mentor, acudió a visitarle, pero llegó tarde: el poeta se había suicidado con una sobredosis de cocaína. Tan frágil como los más grandes, como su admirado Hölderlin. Poco antes de morir escribió el poema Grodek, inmenso.


Al atardecer retumban los bosques otoñales
de armas mortíferas, llanuras doradas
y lagos azules, mientras el sol
avanza lóbrego; la noche envuelve
a guerreros moribundos; los lamentos salvajes
de sus bocas destrozadas.

Y sin embargo, la paz reina en los pastos
de nubes rojas; donde habita un Dios furibundo
que vierte su sangre. Está gélida la luna;
todos los caminos desembocan en la negra putrefacción.

Bajo el follaje dorado de la noche y las estrellas
vacila la sombra de la enfermera hacia el bosquecillo silencioso,
para saludar a las almas de los héroes, las cabezas sangrantes.
Suenan apagadas en los cañones las oscuras flautas del otoño.

¡Oh, dolor orgulloso! Tus altares de bronce,
la llama ardiente del espíritu, alimenta hoy un inmenso dolor,
los nietos que no nacerán.


Am Abend tönen die herbstlichen Wälder
Von tödlichen Waffen, die goldenen Ebenen
Und blauen Seen, darüber die Sonne
Düster hinrollt; umfängt die Nacht
Sterbende Krieger, die wilde Klage
Ihrer zerbrochenen Münder.

Doch Stille sammelt im Weidengrund
Rotes Gewölk, darin ein zürnender Gott wohnt
Das vergoßne Blut sich, mondne Kühle;
Alle Straßen münden in schwarze Verwesung.

Unter goldenem Gezweig der Nacht und Sternen
Es schwankt der Schwester Schatten durch den schweigenden Hain,
Zu grüßen die Geister der Helden, die blutenden Häupter;
Und leise tönen im Rohr die dunkeln Flöten des Herbstes.

O stolzere Trauer! ihr ehernen Altäre
Die heiße Flamme der Geistes nährt heute ein gewaltiger Schmerz,
Die ungeborenen Enkel.

viernes, 9 de septiembre de 2011

La escritura o la vida (y 2)



Todos tenemos dos vidas:
La verdadera, que es la que soñamos en la infancia,
Y que continuamos soñando, adultos, en un substrato de niebla;
La falsa, que es la que vivimos en convivencia con otros,
Que es la práctica, la útil,
Aquella en la que acaban por meternos en un cajón.
Álvaro de Campos
La vida soñada en los libros, o simplemente en las ensoñaciones que tiñen de colores vivos nuestra existencia gris, tiene tanto o más valor que ésta. ¿Qué importa que el poeta nunca haya surcado mares remotos, ni se haya encontrado con gentes extrañas? Si lo ha soñado, lo ha vivido. Pero dejemos que hable el genio portugués:
Quien ha cruzado todos los mares ha cruzado tan sólo la monotonía de sí mismo. Ya he cruzado más mares que todos. Ya he visto más montañas que las que hay en la tierra. He pasado ya por ciudades más que existentes, y los grandes ríos de ningunos mundos han fluido, absolutos, bajo mis ojos contemplativos. Si viajase, encontraría la copia débil de lo que ya había visto sin viajar.
Y aún hay quien dice que Como se vive de verdad no es leyendo, ni escribiendo, sino viviendo. Sólo un ser zafio desprovisto de sensibilidad, un hombre de las cavernas contemporáneo que apura la vida a garrotazos, puede pensar de esta manera. En fin...

jueves, 8 de septiembre de 2011

La escritura o la vida (1)


Esa convicción tan extendida de que la lectura te permite vivir vidas de otros y que los escritores viven a través de sus personajes es una chorrada como una hormigonera de grande. A lo mejor yo mismo lo he afirmado antes en estos apuntes, pero no por ello deja de ser una chorrada. Como se vive de verdad no es leyendo, ni escribiendo, sino viviendo, valga la rebuznancia. Puedo aceptar que haya escritores que han tenido una vida muy intensa, como pudieron ser Cervantes, Lope o, por poner un ejemplo notorio, Hemingway, pero ellos se dedicaron a vivir mientras no escribían, lo cuál en el caso de Lope tiene un mérito enorme, rayando en lo luciferino, visto cuánto vivió y cuánto escribió. Hoy en día hay muchos roedores de biblioteca, pacientes eruditos, poetas tristones, novelistas de medio pelo y demás fauna letresca que llevan una vida perfectamente anodina y vulgar, y que envidian en secreto a esos seres llenos de vitalidad que levantan pasiones a su alrededor, que en su obscena ignorancia apuran los lingotazos que ofrece la vida. Parco es su consuelo: cuando son mediocres, todos sus afanes estériles se centran en alimentar su vanidad, mientras que los buenos, los realmente buenos, ésos cuya obra no será valorada hasta dentro de cien años, en el mejor de los casos, ésos van llorando por las esquinas, justamente como hacía Pessoa hace cien años.


P.S. Hoy me he despachado a gusto. En cualquier caso, salgo bien parado: si soy un panolis tristón escribiré como los ángeles, y si mi literatura es mojonera, me lo como todo (no se aceptan las dos hipótesis malas simultáneamente).

P.P.S. El título es todo un guiño a Jorge Semprún.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Wilfred Owen: I saw his round mouth's crimson



Yo vi el púrpura de su boca redonda ahondar cuando caía,
Como un Sol, en su última y profunda hora;
Contemplé la majestuosa retirada del adiós,
Nublándose, a medias brillo y rabia,
Y un último esplendor encendiendo el firmamento de su mejilla.
Y en sus ojos
Prendiendo las estrellas frías, antiquísimas e inhóspitas
En cielos diferentes.


I saw his round mouth's crimson deepen as it fell,
Like a Sun, in his last deep hour ;
Watched the magnificent recession of farewell,
Clouding, half gleam, half glower,
And a last splendour burn the heavens of his cheek.
And in his eyes
The cold stars lighting, very old and bleak,
In different skies.

martes, 6 de septiembre de 2011

Moralidad interior

Se deben mantener las formas aun en el pensamiento que no se pronuncia. En eso debe consistir la lógica: en una moralidad interior.
Martín López (Auto/ficción).

Es una de las sentencias más profundas que he leído últimamente, sin duda. De ésas que te destapan como por arte de birlibirloque algo que estaba ahí, en lo más íntimo, pero que no nos atrevíamos a reconocer. Algunos dirán que lo hacen de modo inconsciente. Yo no, mi moralidad es consciente: lo hago, o lo intento hacer, conscientemente, pero sin darme cuenta, que no es lo mismo.

lunes, 5 de septiembre de 2011

Pérez for president


Me ha dado hoy mucho que pensar un comentario de Rafael sobre mi propuesta de ajuste estructural del Ministerio de Dientes Caídos, cuya cartera, como es bien notorio, está en poder de un elegante roedor desde los tiempos del jurásico. Dice que "la riqueza del ratón Pérez es infinita". Ya puestos, aprovecho para reconvenir con una colleja en to er bebe a aquéllos que han puesto en duda la autenticidad y carácter corpóreo de este ratón; me refiero mayormente a Rocío, que ha soltado una sarta de disparates, insinuando que soy yo el que pongo de mi bolsillo los cinco euros, como si la cosa estuviera para comprar dientes a precio de oro. Dicho esto, paso a exponer mis cavilaciones.

Digo yo que si el ratón Pérez tiene acceso a cuanta riqueza desee, podría traer billetes de cinco euros a todos los niños del mundo, no sólo de España. Incluso le sería indiferente que sus contribuciones ascendieran a 10, 20 ó 50 euros. Todos sabemos que no tiene sentido que un niño pequeño ande por ahí con un billetaco, así que se le podría dar un cambiazo, del tipo "mira, un burro volando" y... ¡flop! el billete de 50 € pasa a nuestro talego a cambio de un billetito de 5 € preparado al efecto. De este modo, cada diente contribuiría con 45 € a la economía familiar, más el efecto indirecto que supone el gasto de 5 € que han quedado para el niño después del timo, que levantaría el sector de golosinas, juguetes y chorradas diversas con el logotipo de Bob Esponja (capital que huye hacia USA, por cierto). Que esos 45 € por diente son insuficientes: pues no hay problema, el ratón es rico por vicio, puede traer cien, doscientos, quinientos euros...

Solucionado el problema de la crisis, ¿no? Incluso a los renegados que no creen en el ratón (habrá que ver sus dientes) se les podría convencer diciendo que se inventa un ratón de mentira que haga el trabajo.

Y yo me pregunto: ¿Dónde está el truco, si es que lo hay? ¿Interesaría a algún partido fichar a Pérez como futuro presidente del Gobierno? Sólo se me ocurre una pega: como se entere quien yo me sé secuestra al ratón y lo mete en un zulo hasta después de las elecciones.

P.S. El Tato tiene prohibido participar, que está siempre poniendo gráficas de Economía y es capaz de arruinar la carrera del candidato Pérez.

P.P.S. Si no hay comentarios lo interpretaré como un acuerdo tácito, y se pondrá en marcha la campaña electoral.

El timo del ratoncito


Una vez demostrado el atropello de que son objeto los sufridos padres con los albumcitos de las narices y las estampitas de los cojones, traigo ahora una advertencia muy seria, en este caso a nuestro estimado señor ratón Pérez, que debe soportar unos costes desorbitados por su benemérita labor.

Voy a tomar como ejemplo mi unidad familiar. Lo primero es saber qué cantidad, en forma de moneda reluciente o billetito recién salido del horno, deposita el ilustrísimo roedor a cambio del dientecito de leche. El señor Tato, con su habitual afán de polemizar, ha tachado de rácana la contribución que hace el ratón Pérez en cada visita a mi casa, y que asciende a la módica cifra de cinco euros. La tomaremos, pues, como referencia, aunque seguramente a casa de Mr. Tato llegan sumas sensiblemente superiores, a saber qué bebedero pone junto a la almohada para que la visita se sienta a cuerpo de rey. Es sabido que cada niño tiene doce dientes de leche susceptibles de ser cambiados por el billetito: ocho dientes y cuatro colmillos. Dejaré aparte las muelas, pues por muchos intentos que hemos hecho nunca hemos logrado atraer a Pérez con ellas (seguro que los tatitos han mojado). Ello hace un total de cinco euros por doce dientes, igual a sesenta euros por niño. Como yo tengo cuatro niños, nuestro simpático amiguito va a tener que acarrear cuarenta y ocho dientes, dejando a cambio otros tantos billetitos de cinco euros, que hacen un total de doscientos cuarenta euros. A ello habrá que sumar los gastos de transporte, pues probablemente la entrega inmediatamente interior a la nuestra sería en Kajazistán, la Patagonia, Kamchatka o un sitio así. Sumemos a ello dietas, gastos de representación y otros suplidos, y llegaremos a la conclusión de que mis niños al ratón de marras le salen por un pico. Y hay muchos millones de niños más.

Señores, creo que estamos abusando de la buena fe y el espíritu filantrópico de Mr. Pérez, y o bien bajamos el nivel de exigencia o nos cargamos la gallina de los huevos de oro. No descarten que con la crisis el ratón diga que hasta aquí hemos llegado y deje a nuestros hijos compuestos y sin money. Propongo que arrimemos el hombro entre todos y nos pongamos un plazo de seis meses para reducir en un 20% los costes ratoniles, sin perjuicio de ulteriores medidas de ajuste.

¡Por un ratón Pérez descansado, entacado y eterno!

domingo, 4 de septiembre de 2011

El timo de la estampita


Afortunadamente, aún hay juegos y pasatiempos infantiles que no han cambiado gran cosa desde que yo era pequeño. Uno de ellos es el coleccionismo de cromos, que se iban colocando pacientemente con pegamento (no eran pegatinas, como ahora) en un flamante álbum. Recuerdo varias colecciones de futbolistas de primera división de los años 70, otra de motociclismo, animales y muchas otras. Estos álbumes venían a tener unas cien estampas. Los sobres se compraban en los kioscos a dos pesetas y tenían cinco estampas cada uno. Como es lógico, al principio todos los cromos que comprábamos eran nuevos y los íbamos pegando en el álbum, pero al poco tiempo nos empezaban a salir "repes", que cambiábamos con otros niños en el recreo. Algunos afortunados llegaban a tener un taco de más de doscientos cromos, buscando desesperados los dos o tres que les faltaban. Si alguno de nosotros tenía la suerte de tener repe uno de ellos pegaba el pelotazo, porque el niño potentado estaba dispuesto a darte lo menos cincuenta estampas a cambio. Lo más emocionante de todo era cuando te faltaba una única estampa. Recuerdo que en la colección de motos me quedaba sólo Ricardo Tormo. No había visto ese cromo en mi vida, y cuando vi que un niño de mi clase lo llevaba en el taco no daba crédito. Se lo cambié por todas mis repes.

Como he dicho antes, hoy en día también hay colecciones. Mis hijos mayores, que han visto a sus amigos, me han pedido el álbum de la liga de fútbol. Al principio me pareció muy buena idea, era como volver a la infancia. Les compré el álbum, y cuando lo abrí vi que contenía ¡551 cromos! Los sobres valen 60 céntimos, y traen seis cromos, luego cada cromo cuesta diez céntimos. Suponiendo que completáramos la colección sin tener una sola repe, suceso cuya probabilidad es la misma de que en este mismo momento caiga un meteorito del cielo y me rebane el pito, eso nos costaría 55,1 euros. Como lógicamente nos saldrán repes, muchas repes, y suponiendo que vayamos a completar el álbum, esa cifra se multiplicaría. Seamos generosos, y multipliquémosla por tres. La broma del álbum completo saldría por 165,3 euros.

Ni los reyes magos tienen un presupuesto como ése cuando vienen de oriente a traer regalos. ¿Es el timo de la estampita o no lo es? Y los padres sin saberlo...

Si (versión 2.0)


Si hubiera alguna forma de escribir en las nubes y en los cielos
vendría cada tarde a soplar suavemente mis palabras.

Si fuera como un pájaro que vuela por encima del océano
cortaría los vientos con mis alas inmensas desplegadas.

Si las olas remaran y abarcasen el mundo con su estruendo
me haría espuma blanca para viajar encima de sus crestas.

Si supiera qué piensas al sentarte en la cama mientras duermo
me acostaría contigo hasta que el sol bañase nuestras almas.

Si el mar de aquellas horas viviese para siempre en nuestro pecho
pondría cada noche un beso de jazmines en la almohada.

Si el rumor de tus lágrimas no fuera turbio, y remontara el vuelo,
podría descubrirte mirándome en el fondo de tus ojos.

Si el cielo fuera rojo y en mayo florecieran los recuerdos
llenaría de rosas blancas todas las cumbres de la tierra.

Si pudiera gritar fuerte sin despertar ángeles negros
te contaría historias que ni yo mismo puedo desvelarme.

Si el agua de septiembre cayera lentamente en los desiertos
la tierra tibia y suave disiparía todas las penurias.

Si todas las mañanas me despertara el frío del invierno
ya nunca lloraría como un niño perdido en una playa.

Si al sentir que me miras saliese de la gruta de mis sueños
podría darme cuenta del aire que respiras cuando callas.

¿Recuerdas esa tarde que caímos de repente y quedamos
en el suelo riendo como niños?
Si no hubiera limpiado el agua de tu cara con mis dedos
la luz de aquel instante no hubiera vuelto ahora a iluminarnos.

sábado, 3 de septiembre de 2011

Poetas dopados


Debería haber controles antidoping para los poetas. No tiene ningún mérito atiborrarse de anfetas, fumarse veinte canutos en un cuarto de hora o zamparse un revuelto de amanita muscaria para alcanzar el trance creador. Que se lo digan a los bohemios del XIX, que se ponían de absenta hasta las trancas, así salen en los retratos con esos ojos alucinados. Lo difícil es escribir poesía a las diez de la noche, después de un largo día de trabajo y cuando los niños se han ido por fin a la cama. Ahí querría yo ver a Poe, a Verlaine y a su amiguito Rimbaud, con ese careto de degenerado, a Baudelaire o al mismo Bécquer.

La cosa viene de lejos, no hay más que recordar al Dante, que descendió al infierno nada menos que con Virgilio, un infierno con nueve círculos, como si fuera un capirote, que es lo que tenía en la cabeza el poeta florentino. Todas las épocas y todas las latitudes están repletas de poetas tronados por el efecto de sustancias extrañas. Si tomamos nuestro siglo de oro, Lope era un hiperactivo redomado, enganchado a la droga más dura: la que te la pone dura; la mala leche de Quevedo no era normal, o bien tenía almorranas o era aficionado a la quinina; en cuanto a Góngora el pobre era cascarón de huevo. Es cierto que algunos, como Unamuno o el propio Cervantes, parecen bastante cuerdos, pero así les salieron los poemas a los pobres. Podríamos hablar de muchos contemporáneos, pero lo voy a dejar aquí no vaya a ser que me lean, y con lo locos que están me peguen un tiro.

Si nos vamos fuera de nuestro país el asunto se vuelve aún más interesante. Tenemos, por ejemplo, el caso de Eliot, que aparece muy serio en las fotos pero su nariz de cuervo le delata: por ahí le cabía el manso, y si no a ver cómo iba a escribir esos versos tan raros con pájaros que hablan y cadáveres plantados en los jardines. El mismo Rilke, sin ir más lejos, que trata con tanta confianza a los arcángeles de los órdenes celestiales y cuya alma elevada circula siempre por arroyos impetuosos, forzosamente tenía que fumarse algo raro para tener esas visiones. De los rusos ni merece la pena hablar, todo el mundo sabe que están locos, probablemente intoxicados con el té que beben a todas horas de esos samovares que se los imagina uno como estufas humeantes.

Y por ir terminando con algún otro ejemplo, tomemos a los poetas americanos más insignes. Dejando aparte a Poe, cuya familiaridad con todo tipo de estupefacientes no ofrece ninguna duda, pensemos en Whitman, contemplemos su retrato, con esas barbas de patriarca bíblico. Un yonqui en toda regla, sólo he visto tíos más feos que él aparcando coches en el Virgen del Rocío.


Para ser honestos y en honor a la verdad, debo reconocer que ha habido y hay algunos (pocos) poetas limpios. Un ejemplo es Pessoa, aunque sólo a medias, porque todos los días se tomaba sus buenos lingotazos en una barra del Chiado, y el pobre murió alcoholizado, pero lo cierto es que el alcohol no le hizo el más mínimo efecto, el tío no era más cenizo porque rompió el molde al nacer, cualquiera que hubiese bebido como él habría compuesto como mínimo un par de odas y alguna jaculatoria. Sin embargo, existe un caso clarísimo de excelsitud poética combinada con limpieza de sangre: la gran poeta estadounidense Emily Dickinson.
Leyendo sobre su vida y contemplando el famoso daguerrotipo que le hicieron resulta ab-so-lu-ta-men-te imposible que esa mujer haya bebido algo distinto al agua en toda su vida.
Uno que fue muy cuco es Basho, que consiguió pasar a la historia de la poesía con el salto de la rana. Y ya para terminar, el poeta que se lleva la palma, aquél que hubiera pasado todos los controles antidoping del momento, no es otro que Hölderlin. La gente cree que estaba loco, pero es rigurosamente falso: lo que ocurre es que el tío era un artista, y se las arregló para engañar a todos y vivir de gorra en la casa de un carpintero con una habitación para él solo donde escribir tranquilamente sus poemas.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Si


Si hubiera alguna forma de escribir en las nubes y en los cielos
la aprendería por las tardes para soplar suavemente mis palabras.

Si se pudiera sentir como un pájaro que vuela por encima del océano
sería una gaviota, o un cormorán de alas inmensas.

Si las olas no rompieran en la orilla y recorriesen el mundo con su estruendo
me haría espuma blanca para viajar encima de sus crestas.

Si supiera lo que piensa un niño de dos años cuando duerme
me acostaría con él hasta que el sol despertase nuestra calma.

Si las mañanas del verano viviesen para siempre con nosotros
abriría cada noche a los jazmines las ventanas de mi casa.

Si las lágrimas no fueran turbias, sino transparentes,
me miraría en tus pupilas hasta llegar a conocerte.

Si las montañas fuesen blancas y los volcanes florecieran
llenaría de rosas rojas todas las cumbres de la tierra.

Si supiera hablar despacio sin escuchar mis voces negras
te cubriría de versos limpios y adornaríamos los muros con su rastro.

Si la lluvia de septiembre cayera lentamente en las heridas
la tierra tibia y suave borraría todos los recuerdos.

Si cada mañana al despertarme un ángel tirase de mi brazo
ya nunca lloraría como un niño perdido en una playa.

Si al encontrar tu mirada no retirase la mía deslumbrado
entendería las palabras que no me dices cuando duermo.

Si no quisieras recordar aquella vez que nos caímos y quedamos en el suelo riendo como niños
el color de aquella tarde jamás hubiese regresado.

[...]

jueves, 1 de septiembre de 2011

No me lo tengáis en cuenta


¿Y si todo lo que nos rodea, todo lo que sentimos, los pájaros, las plantas, eso que llamamos nuestro planeta, las estrellas no vistas pero cuya existencia parece “demostrada” por unas leyes matemáticas que hemos ideado, las galaxias lejanas, los agujeros negros, la vida, la muerte, la percepción del tiempo y del espacio, incluso la intuición de un Dios creador, no fuera más que una invención de la que no somos conscientes? Entonces estaríamos solos, y no habría mundo, sino un soplo, por así llamarlo, que sería todo. No seríais vosotros los que estaríais leyendo ahora mismo este escrito, sino una proyección de mi yo. Ni siquiera eso, el yo no existiría: tan sólo una realidad inefable, no percibida por los sentidos, porque éstos no existirían, serían una entelequia. Ni siquiera vale la pena que trate de describirla, para eso es inefable. Además, todo esto que escribo, o que en la empanada mental en que me he convertido digo que escribo, está dirigido a mí, o a ese yo de mentira que se ha inventado la potencia ontológica en que consiste todo. De nuevo siento que me faltan las palabras, me gustaría saber alemán para hilar más fino, pero ni así podría expresar lo que pienso, que por otra parte es mentira, es nada. Algo así es el mensaje recurrente de Pessoa, ese poeta portugués que me he inventado para expresar mis pensamientos inexistentes.

Siento que no sirve de nada seguir escribiendo: cuanto más lo hago más ¿soy? ¿consciente? de la inutilidad de estos signos extraños. En primer lugar, no tiene sentido hacer referencia al yo, y en segundo lugar toda reflexión es inútil, pues no hay reflexiones en el panorama que ¿yo? dibujo.

Ahí queda eso.

P.S. Seguro que lo que acabo de escribir lo ha dicho antes algún filósofo alemán. Pues un mojón para él, que para eso es un ectoplasma creado por mí.

P.P.S. Lo que hace un título y una foto: si no los llego a incluir en la entrada, me comprarían mi arrtículo para las revistas de filosofía más prestigiosas.


P.P.P.S. Lo que más me duele es que mi e-reader también es de mentira.