sábado, 9 de abril de 2011

A don Alfonso


No suelo utilizar facebook, pero el otro día entré atraído por el perfil de don Alfonso, un profesor que me dio clases en 2º de EGB. Era delgado y elegante, y sigue siéndolo, como pude comprobar el año pasado en las bodas de plata de mi promoción. Treinta y siete años han pasado. El profesor entonces veinteañero se acaba de jubilar. Recuerdo con nitidez alguna de sus clases; no sé bien por qué, pero parece que estoy viéndole decir el año en que estábamos, 1974; es algo sin importancia, pero para mí significa mucho recordar su figura paseando entre las bancas, y al fondo una pared llena de perchas donde colgaban los abrigos, las trencas con botones en forma de cuerno, porque era invierno y hacía frío, un frío que no hace ahora, un frío de 1974, y él lo decía, y yo estaba allí, y lo recuerdo bien.

Este maestro admirable está colgando en facebook sus recuerdos de tantos años, y uno de ellos, aportado por un antiguo alumno, me ha emocionado. Es una grabación en Súper 8 del año 1976, en la clase de 2ºB. Yo por entonces ya estaba en 4º, con don Eduardo, pero en ese vídeo sale mi clase de dos años antes, y se ven las bancas, y las paredes, y las trencas, y los ventanales, y don Alfonso pasea entre los alumnos, y va tocándoles en la cabeza para que salgan a la pizarra, donde dibujan unos círculos que son las unidades, y unos cuadrados que son decenas, y yo había olvidado que los círculos eran unidades y los cuadrados decenas, pero lo he recordado ahora, e incluso me acuerdo de que las unidades eran azules, y las decenas rojas, y las centenas verdes, y yo construía figuras con ellas para perder el miedo a los números. Nunca me hizo falta luego utilizar estos símbolos, pero sin ellos no habría aprendido lo que vino luego, las tablas de multiplicar, que tantos sudores costaban, y después las raíces cuadradas, que cada vez que resolvía una me sentía importante, como un señor matemático, y las calculadoras sólo se veían en las películas, aunque una vez mi padre trajo una de la empresa, grande y misteriosa, con grandes teclas y una pantalla de cristal verde.

Esa película me ha hecho volver a esos años, y acordarme de cosas que ya creía muertas, como aquella vez en que mi hermano se abrió la pierna en una caída, o ese niño que, cuando estaba en 1º de EGB, recién llegado al colegio, me tiró mientras jugábamos al fútbol en la pista de hockey y se puso a golpearme la cabeza contra el suelo, y yo llorando con la nariz sangrando pero nadie me hacía caso. Se llamaba Guti, hasta de eso me acuerdo, y era repetidor, tan chico y ya repitiendo, era el terror de sus compañeros. Guti tenía un amigo que se llamaba Bizcocho que sabía cantar flamenco. Tenía un aire a Camarón, aunque entonces yo no sabía quién era Camarón, y cada vez que íbamos al salón de actos los profesores le pedían que cantara, pero él nunca lo hacía. Nosotros sí que cantábamos siempre en el mes de mayo; todos los días cantábamos a la Virgen María, Venid y vamos todos, con flores a porfía, el Teleñeco dirigiendo a todos los niños que abarrotaban la capilla del colegio, que estaba preciosa, llena de flores blancas, y cantábamos con alegría, nadie se planteaba por qué los hermanos Maristas nos llevaban a misa, como nadie veía raro que en el colegio sólo hubiera niños, ni que hubiera clase por las tardes hasta las seis, ya de noche, porque nadie pensaba que eso fuera malo, y acudíamos al colegio con ganas, yo estaba deseando que el autobús llegara un poco antes para jugar al fútbol, o a las canicas. El colegio nos marcaba, más para bien que para mal, al menos en mi caso, que no tengo recuerdos malos, sólo sentimientos de añoranza por aquellos años inocentes y plácidos en que nos dejaban solos para aprender a vivir, porque nadie nos decía nada pero todo lo veíamos, y aprendíamos de nuestros padres, de nuestros profesores y de nuestros compañeros. La vida era entonces muy simple; sólo luego se complicó.

Podría seguir contando muchas otras cosas, para nunca acabar, y aunque no las cuente las pienso y las revivo, pero en lugar de seguir quiero dar de nuevo las gracias a don Alfonso por haber dicho, aquella tarde de hace treinta y siete años, que estábamos en 1974, y por haber entrado en Internet para que yo lo recordara. Gracias, profesor.

12 comentarios:

Javier dijo...

Emotivo. Vivencias compartidas.

Un abrazo.

La de la ventana dijo...

El buen hombre hizo bien su trabajo. Da gusto escucharte, Ridao.

Mery dijo...

Una preciosidad de entrada.
Entiendo muy bien todo lo que nos cuentas y me pongo a añorar también esos años de colegiala con coleta y uniforme, donde, en efecto, nada estaba mal ni a nadie se le ocurría rebatir horarios, costumbres o cantos.

La canción de la Virgen, en Mayo, me sigue haciendo llorar cada primavera.
Un abrazo para tí y otro para d. Alfonso

Paco Principiante dijo...

Hace poco, y también en feisbuc, contemplé unas fotos del que fue mi colegio de toda la vida, y mis sensaciones fueron tremendas.
De pronto regresaron tan recientes como si hubiera sucedido ayer mismo infinidad de matices. Me ahogaba. ´
Creo que nuestra vida entera esta guardada. No nos olvidamos de nada. Es solo que no tiramos del hilo correcto.

soylapaqui.com dijo...

Que emoción Ridao,encontrarte a un profesor por el internet,y recordar toas tus vivencias de la niñez,yo también voy a hacerme un facebbok de esos,pa que me busquen mis admiradores.

Roche dijo...

Me acuerdo de Guti y de sus "travesuras", ¿Que habra sido de él ?.
Encomiable labor de D.Alfonso.
Felicidades por tu blog, eres el alma escrita de nuestra promoción. un abrazo. Roche

Rocío. dijo...

Pozí que es entrañable,Ridao encontrar a un viejo profesor y recordar toda la vida de estudiantes,los amigos,aquella época tan bonita.Yo mejor que no busque a niguno,ni ellos a mi,porque estudié en las monjas,y como era tan mala,si me encuentran dirán:Jo,la mala de Rocío,sigue por aquí,a mi,me echaron del coro,de las clases,porque estaba to el día hablando,del equipo de balón bolea,porque rompía toas las cristaleras del colegio con el balón,yo no puedo estar en el facebook ese,ni en ningún sitio,eso si,me lo pasé pipa.
Y la canción esa de venid a vamos todos con flores a María,anda que no la canté veces,con las flores en la mano,y una pinta de buena...
Un beso estudiantil.

Muñoz Escasso dijo...

Yo guardo recuerdos buenos y malos de mi época colegial.Mis mejores amigos proceden de esa cantera y estudié la EGB,el BUP y el COU e el mismo cole.En cada cumpleaños surgen anécdotas de la época con las que martirizamos retiteradamente a nuestras parientas. No tengo esa sensación de añoranza porque me guste o no, nunca se rompió del todo esa vida de colegial.
Para más inri, el destino ha querido que mi vecina sea la hija de un profesor de mi más tierna infancia, al que también veo periódicamente.
Y ayer cunado iba al baloncesto me encontré a mi profesora de 1ºEGB.Le dije que estaba muy guapa y que se conservaba estupendamente.Y ella se puso tan contenta.
Por cierto y aunque no venga a cuento, que valiosa y que poco reconocida está, la labor de un buen profesor de niños.
Los primeros pasos son los más importantes.

L.N.J. dijo...

Le dediqué a una de mis profesoras un poema que se titula: "Hoy me apetece ternura". Se llama Eli, ya es mayor, un día después de no vernos durante años nos vimos en el corte inglés, no dijimos ni una palabra pero nos abrazamos como dos tontas llorando y sonriendo a la vez. Una dependienta se acercó y nos preguntó ¿pasa algo?, y ella contestó: sí, fue una de mis mejores alumnas y no precisamente por sacar muy buenas notas.

Bueno, que me pongo con esa nostalgía rara..., ojú.

El poema está en mi blog.

José Miguel, he leído por encima todas las demás entradas. La del burro, genial, jaja...

Besitos.

soylapaqui.com dijo...

Yo es que no tengo recuerdos buenos de mi colegio,por eso ni quiero buscar a nadie,ni que me encuentren Ridao cariño,y otros si que teneis suerte,yo como era huerfana de mlitar,acabé en un internado de Torremolinos,que era pa los huerfanos,y las monjas me pegaron allí cada paliza,que si llega a ser hoy,están todas en la carcel,de malas que eran,me castigaban sin comer,sin salir al patio,y me daban unos pelliscos retorcios,que todavía hoy al recordarlo me duelen,así que yo no tengo buen recuerdo de ninguna de aquellas asquerosas.
Un día que llovía mucho yo iba con la Rocío por el centro de Málaga,y vi a una de ellas,se lo dije a la Rocío,y ella fué y le pegó un paraguazo en toa la cabeza,pero fuerte,y luego se disculpó,de que había sido sin querer,más adelante no la volvimos a encontrar,y la Rocío le metió un pisotón,la moja se volvió,y la llamo vándala,pero ya se había llevado su merecido.
Por eso que a mi,solo me busquen tios buenos pa ratos buenos.

José Miguel Ridao dijo...

Otro abrazo para ti, Javier.

Muchas gracias, Teresa. Somos lo que somos gracias a hombres como éste. Me ha gustado lo de "escucharte".

Yo no escucho esa canción desde hace mucho tiempo, Mery, aunque la tengo grabada en la memoria con las voces, hasta gritos, de los niños: "De-nue-vo-aquí-i-nos-tie-e-e-NÉS". Todos esperábamos el "nés" para gritar.

Alguna vez he pensado eso yo también, Paco. Da hasta miedo tirar de algunos hilos.

Paqui: si haces un féisbuc cuelga una foto, no como yo.

Abrazos.

José Miguel Ridao dijo...

¡Hombre, Roche, qué alegría! No era nadie, el Guti... Se nos olvidó buscarle para las bodas de plata, y a Bizcocho también. Igual trabaja en un tablao... Un fuerte abrazo.

Ya será menos, Rocío, si eres un cacho pan, se te nota al escribir.

Escasso: yo, como vivía y vivo muy lejos del colegio, prácticamente no he vuelto a ver a nadie, y por eso la sensación es más fuerte. Esos primeros pasos...

Qué emocionante encuentro, Lourdes. Del burro me río ahora, pero lo pasamos regu. Confirmado: lo han capado. Me alegro.

Vaya, Paqui, sí que es triste eso, parece una novela de Dickens. Lo del paraguazo de Rocío, genial. Son las cosas que se dicen y nunca se hacen, olé por Rocío.

Abrazos pellizqueros.