viernes, 28 de mayo de 2010

Flor de jacaranda


Las jacarandas, o jacarandás, son unos árboles sorprendentes. No resultan especialmente vistosos, y durante el invierno su tronco y sus ramas desnudas no tienen el porte suficiente como para llamar nuestra atención. Sin embargo, cuando llega el mes de mayo es imposible no darse cuenta de su presencia. Sus ramas se visten de un hermoso color morado claro, delicado y aristocrático, que cambia el árbol por completo y lo convierte durante más de un mes en el centro de la atención de los paseantes sensibles a la belleza.

En Sevilla hay muchas jacarandas, seguramente desde la época del descubrimiento de América, de donde es originario este árbol. Cuando yo era pequeño iba a esperar el autobús del colegio junto a mis hermanos, y la parada estaba justo debajo de un magnífico ejemplar. Recuerdo que fabricábamos espadas con las ramitas de sus primeros brotes verdes, y los duelos eran sin cuartel. El que conseguía la espada más gruesa ya tenía mucho ganado. El suelo estaba completamente cubierto por sus flores, que aplastábamos entre el índice y el pulgar para extraer un líquido blancuzco. Era lo más parecido a ordeñar una flor. Han pasado muchos años, quizá demasiados, pero cuando veo una jacaranda en flor me acuerdo inmediatamente de esa parada de autobús, junto al muro de San Juan de Dios.

lloraba flores
aquella jacaranda
de mi niñez

9 comentarios:

Fernando Moral dijo...

Flota en el aire
un prado de violetas,
jacarandá.

Un abrazo violeta, mas no gay.

Unknown dijo...

Hermosas jacarandas, José Miguel;

y aquí mi poema Jacarandas

Cielo de vino azul,
feliz es la mañana.
Es la flor de una iglesia,
una fuente, y los niños,
y, de edades remotas,
oscuras golondrinas
regresan del invierno.
Hay un aire que siempre
permanece en la plaza,
un murmullo de sombras,
de ceniza y olvido.


Un abrazo-chop

Fernando anda últimamente muy suelto en el vocabulario,jeje.
Otro abrazo "pa ti".

Oye, empezamos a contar el número de abrazos. Tres por ahora.

Liliana G. dijo...

¡Qué cierto! El jacarandá (así, masculino y acentuado) como bien has dicho es típico de estos lares. Nunca me terminará de asombrar. Las plazas de Buenos Aires, son nubes de flores lila, ya que es todo flor, y el piso, una alfombra del mismo color... Me hubiera encantado que este árbol fuera el de la "flor nacional", en cambio tenemos al ceibo, que ni fú ni fá. Parece que la clase dirigente de cualquier época, carece de sensibilidad en todos los ámbitos.

El hayku, una maravilla que sintetiza la melancólica dulzura de este árbol.

Besotes, Ridao.

Rocío. dijo...

Lloraba flores aquella jacaranda de mi niñez,¡que bonito!.
Yo sas flores las cogía con mi madre,cuándo era pequeña,y las llamabamos campanitas,tengo un montón de fotos,con toda la cabeza llenas de ellas.
Un beso florido.

José Miguel Ridao dijo...

Vaya pedazo de haiku, Fernando.

Y vaya pedazo de poema, Ramón. Los cuatro últimos versos, de antología. A ver quién bate el récord de abrazos, aunque esta entrada no parece muy abracera.

Muchas gracias, Liliana. América nos regaló este árbol. Podéis fundar un partido lila, ganar las elecciones y cambiar el árbol nacional. Después cambiáis la camiseta a la selección y la hacéis albi-lila.

Esas flores son entrañables, Rocío. Muchas gracias.

Abrazos jacarandosos.

Bea. dijo...

Ay esas flores también perfuman mi extenso jardín.
Besos floripondios.

José Miguel Ridao dijo...

Vaya pedazo de jardín que debes de tener, Bea. Un beso.

Mery dijo...

Curiosamente yo descubrí las jacarandas en Sevilla.

Flores y espadas
ponían en mi mano
las jacarandas.

(Puf)
Un beso

José Miguel Ridao dijo...

¡Eso es justo lo que pasaba, Mery! Es un haiku autobiográfico, muchas gracias.

Más besos.